El traductor de emociones
Judith Castillo
¿Alguna vez has deseado tener un «traductor de emociones» que exprese lo que sientes? Ese oficio aún no existe, pero puede que hay trabajo como para ganarse la vida con ello.
Expresar las emociones no siempre es fácil y menos en el entorno laboral.
Quizás es nuestro crítico interno—esa voz que nos hace dudar o callar— que nos susurra al oído “mejor no expresar lo que sientes”. También existen personas que no reconocen sus emociones o no saben cómo expresarlas.
O tal vez trabajamos en un entorno donde expresar emociones (o al menos ciertas emociones vistas como negativas) no es habitual o se percibe como “poco profesional”. Puede haber miedo a que expresarlas cause conflicto o a que nos etiqueten como personas “problemáticas”. Y ligado a ello, está uno de los mayores temores: que el equipo nos rechace.
Hace casi una década, durante la cena de corresponsales organizada cada año en la Casa Blanca, el expresidente Barack Obama mostró con humor que bajo su apariencia tan controlada, había una emoción que necesitaba «expresar». En este caso, el enfado. Durante su discurso, invitó al escenario a un «traductor de enfado», Luther, un personaje de un programa de humor en Estados Unidos. Mientras Obama pronunciaba su discurso con calma y palabras bien elegidas, Luther daba voz a las frustraciones no expresadas del presidente.
El estilo humorístico personalmente me parece algo exagerado, pero el concepto me encanta. Si tienes curiosidad, aquí puedes verlo.
Dentro de la gama de emociones, especialmente las llamadas “negativas” como por ejemplo los del tipo enfado o tristeza, suelen reprimirse más en el mundo profesional—aunque es cierto que esto varía según el sector y el equipo.
Hace poco, trabajando con un equipo sobre el tema de las emociones, los miembros detectaron que tenían poca costumbre de expresar esas emociones «negativas». En parte, su percepción era que expresarlas podría afectar la imagen profesional, especialmente en un entorno que valora la calma y la diplomacia, y aún más si se trataba de alguien en un rol de líder.
Durante el debate, una persona aportó un cambio de perspectiva enriquecedor. Dijo que le había llamado la atención que en el equipo se sacaba poco el enfado, comparando con la empresa en la que había trabajado antes y que se podría aprovechar esa emoción para alcanzar retos por la energía que aporta, por el chute de motivación cuando se canaliza de forma útil.
¿Hay algo que podemos aprender de todo esto?
Quizás la expresión más productiva de este tipo de emociones se encuentra en un punto medio entre la moderación del presidente y la explosión del cómico: expresar las emociones sí, pero de forma constructiva (¿Con qué efecto?).
Es fácil decirlo, pero a la mayoría de las personas requiere tiempo y entrenamiento aprender a reconocer y aceptar sus emociones en lugar de reprimirlas; ese es el primer paso. Y luego encontrar una forma de canalizarlas en el equipo.
Una emoción en sí no es ni buena ni mala, si no que depende del contexto y del sentido que somos capaces de darle, tal como propuso aquel miembro de equipo.
El psicólogo James Russell creó el Modelo Circunflejo del Afecto en 1980 para mapear las emociones, utilizando dos dimensiones: valencia (calidad agradable o desagradable) y activación (intensidad con que la sentimos en el cuerpo).
Las emociones se entienden como combinaciones variables de valencia y activación. Cada emoción es una mezcla compleja. Nuestra interpretación y nuestro contexto personal dan forma a cómo experimentamos de manera muy individual cada emoción que se activa en nuestro cuerpo.
¿El corazón que late como loco en la montaña rusa qué es? ¿Terror o excitación y gozo? ¿O ambos?
Un equipo puede beneficiarse de las emociones si sus miembros aprenden a expresarlas (sin entrar en bucle…) – y mejor aún, pero esto da para otro post, si son capaces de levantar la tapa de la emoción y ver cuál es su necesidad que hay debajo, y expresarla – y si a través de ejemplos ven que es seguro hacerlo en el equipo.
La ventaja: escuchar más opiniones y disponer de más opciones de decisión y acción y también fortalecer las conexiones dentro del equipo.
¡Feliz semana!