¿Cuál es tu equipo?
Judith Castillo
¿Eres responsable de un equipo?
¿Formas parte del equipo directivo?
¿Cuál es tu equipo?
Cuando trabajo con equipos y hablamos de los diferentes roles que las personas asumen en su organización – especialmente las personas que lideran un equipo y a la vez son miembros de un equipo directivo o intermedio – surge esa pregunta. Y la respuesta a esa pregunta no suele ser automática. Genera debate antes de generar respuestas.
Si una persona con “doble sombrero” responde desde el corazón, lo más común es que diga: «Mi equipo son las personas que lidero directamente». Normal, porque es el equipo con el que más tiempo pasa, del que es responsable y de cuyos resultados es responsable. Son personas que quizás ha seleccionado y formado, con las que tiene roce a diario y comparte penas y alegrías. En resumen: ese es “su equipo” y en el equipo directivo también es miembro.
Entendemos perfectamente esa respuesta desde “las tripas”. Sin embargo, también revela un problema. Si cada responsable de equipo considera como «su equipo primero» a las personas que dirige, entonces en el equipo directivo o en los niveles superiores se comporta más como «lobista», defendiendo ante todo los intereses de su área.
Patrick Lencioni, en su libro “Las 5 disfunciones de un equipo”, aborda esta idea con el concepto de «First Team» o «Equipo Primero». Lo que plantea es que los líderes deben priorizar a su equipo ejecutivo (es decir, el grupo con el que toman decisiones estratégicas para toda la organización) por encima de los equipos que lideran directamente.
Aunque puede parecer contra intuitivo, hacer ese «click» interno es fundamental para tomar decisiones en beneficio del negocio en su conjunto y avanzar hacia un objetivo común.
Cuando los/las líderes se centran demasiado en las necesidades de sus propios equipos, corren el riesgo de fragmentar la organización lo que en el día a día afecta la colaboración entre equipos, crea mayor roce, conflicto y por ende desgasta a los equipos innecesariamente – un efecto contrario a lo que desea el/la líder para su equipo.
¿Y qué puedo hacer si soy responsable de equipo con doble sombrero?
Para comportarme de manera “contra-intuitiva” puede ser útil tomar consciencia de mis diferentes roles y de lo que requiere cada uno.
Entrenarme a sentirme cómodo/a, o al menos lo suficientemente preparado/a, para enfrentar las situaciones en las que tendré que comunicar a «mi equipo» decisiones que no quieran escuchar. Puede que me reprochen no haber defendido lo suficiente «los intereses del equipo». Y a pesar de ello, tendré que comunicar esas decisiones como algo que yo también apoyo por el bien de la organización y por ende por el bien de mi equipo. Es decir, comunicar con convicción que eso es lo que tenemos que hacer a la vez que reconozco lo que esta decisión significa para el equipo, valorando el esfuerza que tendrá que hacer mi equipo. (Tema de un post anterior: “Una de cal y una de arena”).
Este enfoque no sólo mejora la eficacia, sino que también crea una cultura de mayor confianza y responsabilidad dentro del equipo líder, lo que a su vez debería influir en mejores resultados de la organización – quizás no siempre en mejores resultados de mi equipo… Y por ello necesito que «mi equipo líder» tome en cuenta y reconozca a su vez el esfuerzo de «mi equipo».
Si consigues bailar entre lo que te dice el corazón y lo que te dice la responsabilidad por la organización has hecho el “espagat” de líder de equipo.
¡Feliz semana!