Acompasarnos
Arrate Iraolagoitia
La semana pasada mi boca me dijo -“¡Hasta aquí!”.
La doctora me prescribió un tratamiento de choque de 3 días para aplacar aquellas heridas bucales considerables: silencio, medicina, comida sana líquida y trabajo desde casa para mayor reposo.
En pleno lío de trabajo tras el despegue del nuevo curso, este “retiro de silencio de 3 días” me regaló varias reflexiones.
Me parece que, sin darnos cuenta (¡Ay, es tan fácil!), nos metemos en una especie de rueda, una rutina acelerada de actividades varias, pantallas varias…perdiendo muchas veces la noción de tiempo y espacio, y relacionándonos con nuestro cuerpo como con una máquina eficiente a nuestro servicio. Damos por hecho que la vida se adaptará a nuestro ritmo y no lo contrario. Y cuando de repente, nos apeamos un ratito de ese “tren bala”, nos puede sorprender y maravillar todo lo que hay fuera, que en nuestro día a día más mecánico nos pasa desapercibido.
En mi caso, lo que observé, con sincero interés, fue que en las últimas dos semanas han sucedido muchas cosas en la Naturaleza: hubo un equinoccio que dio inicio al Otoño; vivimos una luna llena y un eclipse lunar que al igual que afectó con fuerza a las mareas (muy vivas), también nos afectó a las personas; que había mucha carga eléctrica en el ambiente por ello; que las hojas de los árboles ya han empezado a caerse; que la mar se ha enfriado; que los días son mucho más cortos…En definitiva, que es normal que el cuerpo esté más bajo de defensas, repliegue las velas y pida mayor conciencia y atención para comenzar esta nueva estación.
Leía en un artículo hace unos días, que en nuestra sociedad contemporánea hemos perdido alrededor de 1h30 de sueño diario respecto a anteriores generaciones. Una de las causas que apuntaban era la separación que hemos establecido con la Naturaleza, con sus ciclos, ritmos, horas de luz etc. Nuestros ancestros eran más conscientes de que somos Naturaleza y formamos parte de ella. En definitiva, vivían en mayor conexión con ella.
Todo esto me llevó a reflexionar sobre nuestra actitud, a veces…¿arrogante?…al pretender un trato más bien utilitarista con la Naturaleza, con la vida al fin y al cabo. En vez de reestablecer un puente entre nuestra mente y la Naturaleza para que influya de manera positiva en nuestro bienestar físico y emocional.
Y así, de reflexión a reflexión, volví a interesarme sobre la Ecopsicología. Disciplina que cada vez está tomando más fuerza (especialmente desde la pandemia).
La Ecopsicología es un campo interdisciplinario que une la ecología y la piscología y la promoción de la sostenibilidad. No sólo examina la mente y comportamiento de las personas sino que también se centra en la influencia mutua entre el ser humano y su entorno natural. Nos recuerda que el medio ambiente tiene un gran impacto en nuestra calidad de vida y en nuestro bienestar integral.
Sostiene que la necesidad de una conexión más profunda con uno/a mismo/a (de la que tanto se habla hoy en día, también en las organizaciones al trabajar el liderazgo, por ejemplo), está inherentemente ligada a la necesidad de establecer una conexión auténtica con la Naturaleza.
Si quieres investigar más sobre este apasionante tema, te puedo recomendar que eches un vistazo en la web del Instituto de Ecopsicología- Koru Transformación.
¡Feliz semana!