Mirando desde la terraza
Arrate Iraolagoitia
Te invito a hacer la siguiente visualización (mejor cerrando los ojos):
- Piensa en un cuadrado rojo (tómate tu tiempo; visualízalo con todo detalle).
Muy bien, puedes dejar ir ese pensamiento.
- Te invito, ahora, a pensar en un árbol (igualmente, visualizándolo con todo detalle).
Puedes dejar ir esa imagen también.
Ahora te pregunto:
- ¿Eres ese cuadrado rojo? ¿Eres ese árbol?
¡Pero qué pregunta tan absurda! ¿verdad?
Y sin embargo, más o menos, eso es lo que hacemos con muchos de nuestros pensamientos: nos los creemos y nos identificamos con ellos. Nos cuesta verlos desde fuera (como acabas de hacer con este sencillo ejercicio con el que empezábamos el post).
Es decir, dejamos de ser el observador, la observadora de nuestros pensamientos, juicios, emociones, cuerpo etc.
Cuando nos damos cuenta de que podemos observar a ese Yo que experimenta, juzga, piensa, siente…entendemos que en realidad somos algo que va mucho más allá.
Me encantó la metáfora que utilizó una mujer que entrevistaron en un podcast (no recuerdo cuál) hace meses para explicar esta idea:
“Cuando entendemos que podemos subir a la terraza del Ser y vernos desde arriba es un alivio. Comprobamos que podemos ir a todas las habitaciones de nuestra existencia: a nuestra mente, a nuestro cuerpo, a nuestras emociones, a nuestro yo expresivo, a nuestro yo social etc. Podemos estar en todas esas habitaciones pero nuestro verdadero yo está en la terraza”.
Es cierto que puede sonar raro esto de observar o escuchar nuestros propios pensamientos, emociones etc. Puede, además, resultarnos difícil porque estamos en una especie de prisión dentro de nuestra mente cotidiana (centrada en qué tenemos que hacer, planificar, controlar, organizar etc).
La propuesta, pues, que queremos traer con este post, es la de pasar de esa mente cotidiana a un estado de observación. Y así, desde esa terraza, cada vez que nos pillamos juzgándonos o diciéndonos algo que no es afín a nuestros valores, poder elegir pensar de otra forma.
Porque elegir pensar mejor es la forma más poderosa de decretar vivir mejor.
Sabemos la influencia de nuestros pensamientos en nuestras emociones. Nuestra mente puede desencadenar diferentes sentimientos. En base a lo que creemos y/o pensamos, reaccionamos de una manera u otra ante las situaciones.
Por lo tanto, la capacidad que tenemos de influenciar lo exterior desde nuestro interior es muy poderosa. Muchas veces, no somos conscientes de hasta qué punto estamos contribuyendo a generar nuestra realidad o situación externa.
Así que, cada vez que nos encontremos en un estado mental o emocional, podemos observar cuál es esa situación o persona externa que nos está llevando hacia ese estado, y a continuación fijarnos en cuáles son esos pensamientos internos que están también influenciando lo exterior.
Feliz vuelta a la rutina después del periodo vacacional. ¡Ojalá sea nuestra conciencia, desde su terraza, la que decida, elija, defina y marque nuestro camino para este nuevo curso!