Di que no
Judith Castillo
Hace algún tiempo, en un taller con un equipo, un joven participante dijo que le gustaría tener el superpoder de estar en diferentes lugares simultáneamente. Le pregunté para qué le podría servir eso y él explicó que así podría cumplir con las expectativas de pasar tiempo con todas las personas que lo esperaban sin sentir que descuida a nadie. Al final, dijo, me siento estresado y casi culpable de no poder hacer que todos estén contentos.
Me di cuenta que yo también había deseado ese mismo superpoder. Ir ya con una lista de citas y encuentros había afectado parte de mis vacaciones en el pasado. Familia, amigos, conocidos, todos quieren y con todos quiero pasar tiempo. Además, creía que no hacerlo podría parecer una falta de aprecio y afectar la relación.
Dado que el superpoder no estaba a mi alcance, tuve que encontrar otra vía. Aprendí a reducir expectativas y exigencias y tener claras mis prioridades. Aún me cuesta decir que no en ocasiones, ya que se trata de personas que aprecio y planes que también me apetecen.
A muchas personas les cuesta decir que no cuando la respuesta “más agradable”, “socialmente correcta” y esperada es el sí. Decir sí a las necesidades y solicitudes de otras personas, pagando el precio de no atender las necesidades propias es un tema habitual también en sesiones de coaching por lo que me ha parecido interesante traerlo a este post.
Existen muchas claves para llegar a decir “No” en el ámbito personal. Algunas que me han servido pongo aquí:
- Establecer prioridades. Evalúa: ¿Qué actividades y contactos me hacen bien? ¿Qué me quita energía? ¿Cuáles son mis necesidades? ¿Qué actividades o personas tengo que posponer si acepto esta propuesta? Puedes seguir siendo flexible y tomar decisiones sobre la marcha, pero esto ayuda a tener presente que un sí a una cosa es un no a otra.
- El no basado en principios: Para eso primero necesitas saber tus prioridades. Tener de antemano algunos de tus principios claros ayuda a establecer límites y a comunicarlos sin tener que pensar mucho. Ejemplo: “Los días festivos los paso exclusivamente en familia”. O “Necesito la primera semana de vacaciones sin hacer planes”.“En este momento, … esto o aquello … es más importante para mí”. Yo con esto he visto la luz. No me paro a buscar o barajar respuestas ni excusas. Digo lo que he establecido para mí y dejo claro que no tiene que ver con la otra persona o el tipo de propuesta que hace.
- No responder de inmediato: Las solicitudes a menudo se presentan de manera sorpresiva y casual. Atrapados por sorpresa, decimos que sí, y luego nos arrepentimos. Date tiempo para tomar una decisión: «Déjame pensarlo, te daré una respuesta mañana». En mi caso, si ya sé que quiero rechazar la petición, esa estrategia me obsequia con 24 horas suplementarias de tensión, ya que la expectativa sigue ahí y le doy más vueltas a cómo dar la respuesta. Prefiero decir lo que quiero de inmediato. Si realmente sé que tengo que barajar opciones es otra cosa.
- Mostrar agradecimiento: Dejar claro que es un no a la propuesta y no a la persona y mostrar agradecimiento, por ejemplo «Me alegra mucho tu invitación. Después de semanas cargadas en el trabajo, necesito tiempo para mí».
- Encontrar compromisos: “No quiero quedar para toda la tarde, ¿qué te parece si nos tomamos un café juntos?” Ofrecer alternativas o proponer otro momento para la actividad inicial muestra disposición y puede suavizar el rechazo.
- Evitar mentirillas o excusas: La otra persona lo puede percibir y esto puede ser realmente perjudicial para la relación. Es legítimo rechazar una solicitud sin dar explicaciones detalladas, siempre y cuando se haga con amabilidad y respeto.
Rechazar una solicitud no es egoísta, sino una forma de respetar tus propias necesidades y poner limites. Saber comunicar el rechazo de manera constructiva puede ganarte respeto y fortalecer tus relaciones. Ahora bien, incluso un no amable puede ofender.
Y todo se aprende a fuerza de repetirlo. ¿En las primeras primeras llamadas comerciales de empresas de telefonía que querían venderte algo que no querías comprar, ¿tú también te retorcías como una anguila? ¿Y ahora?
¡Feliz fin de semana!