Una de cal y una de arena
Judith Castillo
Durante las últimas semanas, al trabajar con diferentes equipos, he escuchado una serie de comentarios y reflexiones que, aunque no las conecté de inmediato, resonaron en mi mente. Más tarde me di cuenta de que apuntaban en la misma dirección.
En un grupo, un participante compartió las dificultades que experimentaba al proporcionar feedback crítico o al enfrentarse a situaciones conflictivas. Esto, dijo, le llevó a renunciar a un puesto de responsabilidad donde tenía que gestionar a un equipo.
Un líder de varios equipos mencionó lo complicado que le resultaba tomar decisiones necesarias para el buen funcionamiento de la organización. Aunque sabía que estas decisiones eran cruciales, se encontraba indeciso debido a las posibles repercusiones y cambios que podrían afectar a algunas personas. No paraba de barajar los pros y los contras, sin dar pasos, una indecisión que le generaba desgaste.
Tres personas, sin relación entre sí, se quejaron de colegas que trabajaban en su mismo nivel jerárquico o equipo y no cumplían algunas reglas básicas en el trabajo. Esto resultaba en una mayor carga laboral para ellas o en tener que tolerar comportamientos que iban en contra de los valores de convivencia. Habían intentado “arreglarlo” entre ellas, pero sin éxito.
Cuando contaban las situaciones, los roces, la rabia o el sufrimiento que experimentaban, dirigían todas sus quejas hacia aquellas personas que no cumplían. En ningún momento mencionaron la falta de intervención de la persona responsable, su ausencia total en el asunto a pesar de conocer los incumplimientos y/o la mala actitud. Me sorprendió que eso fuera así.
Sus líderes parecían observadores deseando que aquellos en la arena se las arreglaran solos para no tener que entrar. ¡Ojo! Estas personas líderes no actuaban así por ser indiferentes o crueles, sino porque no se sentían cómodas o capaces en situaciones «críticas». Y situaciones críticas hay muchas en el rol de líder:
- Pocas decisiones importantes vienen sin precio
- Siempre habrá gente que no esté de acuerdo con las decisiones.
- Gestionar a personas que no cumplen.
- Responsabilidad cuando las cosas no salen bien.
- Etc.
Esta reflexión no va más allá que la constatación que cuando las personas no desempeñan su rol en la organización, en este caso el rol de líder (que impacta más que muchos otros), esto crea desasosiego y desgaste, a menudo en las personas del equipo más comprometidas. Y también en la propia persona líder, que vive el dilema de no cumplir con las expectativas de su rol o afrontar situaciones para las que no se siente preparada.
Ocupar el rol de líder se puede aprender. Quizás también es bueno preguntarse antes, como aquel participante al inicio de este post, ¿Estoy dispuesta/o a cumplir con esta misión? ¿Quiero asumir este rol con su beneficio y su precio?
¡Feliz semana!