No siempre es el camino más rápido…
Arrate Iraolagoitia
“Yo no puedo hacer nada para cambiar la situación”
“No aguanto más ¡lo dejo!”
“No veo otra solución más que irme”
“No es la primera vez que me sucede esto”…
Son comentarios que escucho a menudo en sesiones de coaching. Incluso yo misma he podido hacerlos en algún momento donde no veía una solución clara o posibles opciones; y el nivel de estrés, tensión o sufrimiento me estaba desgastando.
A todos nos toca, alguna vez, enfrentar situaciones difíciles en cualquiera de los planos de nuestra vida. Momentos donde no podemos conseguir lo que queremos, bien sea un resultado material como la calidad deseada en las relaciones con los demás. Retos que ponen a prueba nuestra madurez, nivel de conciencia, la manera en que gestionamos las emociones y nuestra capacidad de aprendizaje.
El deseo o la necesidad de apartarnos de la fuente de nuestro sufrimiento, nos puede llevar a tomar el camino que, en principio, nos parece más rápido: salirnos de la situación. Pero ¡ojo! no confundamos abandonar un problema con resolverlo.
Y con abandonar no sólo nos referimos a irnos físicamente de un lugar o cortar una relación, sino también a dejar en manos de otras personas la toma de decisión que nos corresponde, a mantenernos al margen de un tema que nos incumbe de lleno…es decir, lo que llamamos “huidas hacia adelante”.
Pensamos que al dejar atrás nuestro problema, nuestra emoción desagradable acabará también. Al comienzo podemos sentir cierto alivio y la intensidad de la emoción puede que baje en el tiempo, pero ésta no desaparece. No nos desprendemos de las emociones por el hecho de ignorarlas. Para poder salir de ellas, no queda otra que aprender a transitarlas, a gestionarlas, a metabolizarlas al fin y al cabo. Y extraer aprendizajes de todo ello.
Un ejercicio que nos parece útil para estas situaciones de confusión y malestar es preguntarnos: Dentro de 5 años, si mirara hacia atrás, ¿qué me gustaría decir sobre mi actuación en aquella situación/problema/desafío/relación? ¿Cómo me gustaría verme? ¿Qué me gustaría sentir? ¿De qué no me gustaría arrepentirme?…
“Mientras no haya aprendizaje, ¡no pasas de pantalla!. La vida te seguirá poniendo la misma prueba y cada vez más fuerte” – solía decir una colega de oficio para explicarlo de manera coloquial.
Si os interesa seguir profundizando en este tema, os recomendamos la lectura de un clásico – la trilogía “Metamanagement” de Fredy Kofman.
“Aun cuando una resolución operativa de la situación (en términos de resultados y de relación con el otro) no fuera posible, siempre se puede hallar una resolución incondicional (en términos de proceso y de relación con uno mismo). Incluso si no se consigue el resultado material deseado, siempre se puede actuar con integridad y en armonía con los propios valores. Este comportamiento permite que uno viva su vida como protagonista, actúe en forma consciente y honre sus sentimientos”. (Extraído del capítulo “El Perdón” de Metamanagement.)
El coaching puede ser de gran ayuda para aprender a gestionar los desafíos a los que nos enfrenta la vida con mayor efectividad y menor sufrimiento.
“Que tus decisiones sean reflejo de tus esperanzas y no de tus miedos” (Nelson Mandela)
Feliz semana