Sin más
Arrate Iraolagoitia
-“¿Qué tal te ha ido en la reunión?»
-«Sin más…”
-“¿Qué querías decirme antes?
-«Nada, sin más…”
¿¡Qué significa ‘sin más’, por favor!?
Lo escucho a menudo, y no sólo a adolescentes.
Cuando recibo esta respuesta siento como una especie de neblina donde me toca interpretar lo mejor posible, según el contexto y la persona, para decidir por dónde tirar. En esos momentos sería tan útil una respuesta clara, del tipo: “Sí”, “No”, “No me gusta”, “Me he aburrido”, “La verdad es que no me interesa”, “Me llevo mal con él”, “No quiero hacerlo”…
‘Sin más’, al igual que otras coletillas que usamos, son respuestas que pueden dar pie a muchos malentendidos. Algo así como piedritas en el camino que dificultan la fluidez y efectividad de una conversación; porque nos llevan a escuchar y a hablar desde nuestras interpretaciones y no desde necesidades o ideas reales.
O sea, ingredientes idóneos para que se puedan dar reproches (“Nunca te mojas, no das la cara”), roces (“Siempre tengo que tomar yo las decisiones”) o insatisfacción y frustración con los resultados.
Hace un par de años escribimos un post – “Pero ¿Qué dices?” donde hablábamos del Modelo de las 4 orejas de Friedemann Schultz von Thun que nos puede aportar luz y conciencia para reducir las distorsiones en la comunicación, debido a nuestras interpretaciones.
Un profesor mío suele decir: “Ya somos todos adultos para pedir claramente lo que necesitamos o queremos”.
Pero… ¿es esto tan obvio?
Si nos fijamos, las peticiones claras no son tan frecuentes. En muchas ocasiones se hacen de manera incompleta o pensando que “a buen entendedor pocas palabras”…
“¡Qué ganas tengo de tomarme un café!”
“¡Ay, qué bien me vendría ahora una ayudita!”
“Agradecería si alguien me acercara al aeropuerto…»
Ninguna de estas frases son peticiones.
Pueden ser varias las razones por las que nos cuesta hacer peticiones u ofertas claras: el arriesgarnos a que nos digan que no; el tener que mostrarnos hablando con franqueza de nuestras necesidades o dificultades; el no querer deber nada a nadie; el miedo a quedar mal con la otra persona etc.
Ahora bien, el saber hacer buenas peticiones y ofertas en nuestras conversaciones, nos ayuda a llegar a compromisos claros y así poder hablar serenamente de su cumplimiento o no. Son, pues, herramientas clave para una comunicación efectiva.
De hecho, vemos claramente la diferencia en la calidad de las conversaciones y de sus compromisos, entre los equipos que desarrollan sus competencias conversacionales y los que no.
Por favor, la siguiente vez que digas un ‘sin más’…piensa en esta frase:
“Entre lo que pienso,
Lo que quiero decir,
Lo que creo decir,
Lo que digo,
Lo que quieres oír,
Lo que oyes,
Lo que crees entender,
Lo que quieres entender,
Lo que entiendes…
Existen nueve posibilidades de no entendernos”
Feliz semana