Dar tiempo al tiempo
¿Te imaginas aprender un idioma en un mes?
¿Una gripe que se cura en un par de horas?
¿Cocinar un guiso en 15 minutos?
¿Un desamor, un duelo que se calma y pasa en un par de semanas?
¿Que todas las plantas florezcan el mismo día para anunciar el cambio de estación?
¡Claro que no! Todos sabemos que ciertas cosas necesitan tiempo, que no son mecánicas (A + B = C) y que además no las controlamos…
Sin embargo, ¿por qué entendiendo esto, en algunos ámbitos se nos olvida lo obvio?
Nos referimos, por ejemplo, a preguntas de participantes en formaciones queriendo saber si después de las 4 horas de taller, saldrán de la sala siendo super competentes en la materia trabajada. O si podemos asegurar a una persona que después de un proceso de 6 sesiones de coaching individual habrá cambiado y desaparecerán sus problemas. U organizaciones que quieren que en 6 meses toda la transformación de su cultura esté finalizada (cultura que se lleva forjando desde hace 30 años de empresa).
Parece que el refrán -“Dar tiempo al tiempo”- ha perdido sentido en esta sociedad de la inmediatez en la que vivimos. Lo entendemos intelectualmente pero – ¡ay! -nos cuesta sentirlo internamente en la práctica…la ansiedad por conseguir aquello que pensamos que nos va a hacer más felices, nos va a aliviar emocionalmente o nos dará seguridad, nos puede.
Y como no hay casualidades, el fin de semana pasado, mientras reflexionaba sobre estas cuestiones, llegaron a mí dos entrevistas donde los invitados conversaban al respecto:
El primero fue Rich Roll, conocido por los muchos seguidores que tienen sus podcasts (“The Rich Roll podcast”). Dijo que le llevó alrededor de 8 años hasta que su podcast tuvo éxito. Una de sus claves fue la constancia: adoptar un compromiso y cumplirlo. Él se comprometió consigo mismo en crear un podcast cada semana, sucediese lo que sucediera. En su caso, el aprendizaje que extrajo fue que el viaje había sido más formador e importante para su persona que la meta conseguida. Se despedió lanzándonos esta pregunta: “¿Vives tu vida con intención o de manera reactiva?
El segundo fue el reputado contratenor Philippe Jaroussky. Éste dijo que necesitó 7-8 años para encontrar su voz. Relató su experiencia como un proceso de mucho trabajo, de aprender técnica y de acompañamiento para enfrentarse a sus miedos profundos como, por ejemplo, el miedo escénico. Él era consciente de que se trataba de un proceso que tenía que vivir conscientemente para crecer y desarrollarse como cantante.
Estos dos hombres hacían hincapié sobre dónde ponemos nuestra atención.
Pareciera que en estos tiempos ponemos todo el foco en el objetivo a alcanzar y de manera racional. Nos olvidamos del proceso, del camino, y no escuchamos lo suficiente a nuestras emociones ni a los mensajes que nos manda el cuerpo.
Al no estar presentes en el proceso, nos perdemos posibilidades o puertas de acceso a paisajes internos y externos más amplios, más diversos.
Necesitamos trabajar individualmente y en equipo la conciencia y el equilibrio para no caer en la ansiedad; para ser capaces de mantener una mirada panorámica de la situación sin negarla o rechazarla. Pero para eso, tenemos que estar dispuestos/as a entrar en lo incómodo, en lo doloroso, a trabajar nuestras dificultades para construir una nueva visión de la realidad más valiente, más inclusiva y más sabia.
Y todo eso se cocina con tiempo y paciencia….no hay recetas exprés.
Decía, el recientemente fallecido monje budista, Thich Nhat Hanh: “Sin lodo, no hay loto”
Feliz semana