¿Pero qué dices?
“Préstame tus gafas” es un ejercicio muy valioso en los procesos de coaching individuales. Se pide feedback a personas de nuestro entorno para tomar conciencia de nuestras acciones y el impacto de éstas en nuestro entorno.
Cuando el/la coachee revisa los diferentes feedbacks recibidos, en ocasiones comenta: ”Esto lo dice porque me quiere enviar un mensaje”; “esto lo dice por aquella vez que…”; “¿y por qué me dice esto?”; “¡y él también lo hace!”; “Esto dice más de ella que de mí”, etc.
A veces interpretamos algo que nos dicen construyendo toda una película a partir de una única escena …y de ahí, tantos malentendidos. Cuántas veces hemos podido responder a comentarios que recibimos con preguntas del estilo: ¿Qué estás insinuando?; ¿Por qué me lo dices?
En la comunicación entran nuestros modelos mentales, nuestras creencias, el histórico con la(s) otra(s) persona(s), nuestra manera de relacionarnos y en función de todo ello, nuestras interpretaciones.
Nos parece que conocer la Teoría del Cuadrado de la Comunicación o el Modelo de las 4 orejas de Friedemann Schultz von Thun nos puede aportar luz y conciencia para reducir distorsiones en la comunicación.
Este modelo que se utiliza en Comunicación No Violenta (CNV), lo que viene a decir es que las distorsiones en la comunicación se producen, entre otras cosas, porque lo que decimos / lo que escuchamos puede desglosarse en al menos 4 “mensajes” distintos y ser interpretado al menos de 4 maneras.
- Contenido/Información, el hecho o dato que traslado.
- Autoexpresión o manifestación de sí, lo que transmito sobre mí.
- Relación, lo que pienso de ti, la calidad y tono de nuestra relación (entre la persona que habla y la que escucha)
- Llamamiento, lo que quiero conseguir o lo que quiero provocar en ti.
Es como si la persona que escucha tuviera 4 orejas, cada una de ellas afinada para captar uno de los 4 mensajes dentro de lo que dice la persona que habla.
Un ejemplo podría ser:
Persona 1 dice: “Tengo frío”.
Interpretaciones de la Persona 2 escuchando con:
- la oreja de contenido: “Tiene frío”
- la oreja de autoexpresión: “Es friolera” / “No está a gusto”
- la oreja de relación: “¿me quiere decir que mi casa no es acogedora?”
- la oreja de llamamiento: “Voy a subir la calefacción”
Escuchar con la oreja del llamamiento (que hagamos algo) o con la oreja de la relación tiende a crear más malentendidos.
¿Qué os parece si nos proponemos hacer más a menudo el ejercicio de escuchar desde la oreja del contenido o la de autoexpresión?
Tal vez reduzcamos las posibilidades de no entendernos, porque…
“Entre lo que pienso,
Lo que quiero decir,
Lo que creo decir,
Lo que digo,
Lo que quieres oír,
Lo que oyes,
Lo que crees entender,
Lo que quieres entender,
Lo que entiendes,
Existen nueve posibilidades de no entendernos”.
Feliz semana.
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