Ilusionarse
Se está haciendo largo, es verdad…
Empezamos el nuevo año con más restricciones, más contagios, más sectores en crisis… y sobre todo con cansancio acumulado – la denominada “Fatiga pandémica”.
Y la dificultad de gestionar la incertidumbre-, ¿cómo automotivarnos para seguir adelante en el día a día?
Personas que han sobrevivido a situaciones muy duras, incluso extremas, hablan de la importancia, entre otras cosas, de aferrarse a sueños, a planes de futuro, de cultivar la capacidad de ilusionarnos y no dejarnos abatir por la dura situación del momento. Fácil de decirlo y no tanto de llevarlo a la práctica cuando nos vemos sobrepasados/as.
Nos decía un cliente la semana pasada: “No quiero ilusionarme con esta posibilidad porque ¿si finalmente esto tampoco funciona?”
Existe cierta creencia de que ilusionarnos en tiempos duros es sinónimo de inconsciencia, irresponsabilidad, irrealismo, infantilismo…es una protección para no sufrir más con una posible decepción. Sin embargo, creemos que concedernos el permiso de ilusionarnos, aunque sea por un rato (la cruda realidad seguirá ahí, tranquilos/as), nos aporta una pizca de ligereza, luz, esperanza, alegría interna que nos puede ayudar a sobrellevar la dificultad. Aunque luego no se cumpla lo soñado.
Soñar, imaginar, visualizar es una manera de canalizar las preocupaciones.
Démonos el permiso de disfrutar también de las pequeñas cosas buenas del día (un café, un mail o llamada agradable, la belleza de una canción, flor, paisaje, una mirada o palabra de apoyo, una carcajada insperada…). A veces pensamos que si todo está mal no podemos sonreír ni tener momentos de placer.
Echemos mano de estos excelentes flotadores salvavidas para descansar un poco en medio de la marejada.
Os dejamos la escena final de Zorba el Griego, dos hombres celebrando el instante, a pesar de los acontecimientos dramáticos en la película.
Feliz semana
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