Vulnerabilidad
Vulnerable. (Del lat.vulnerabilis) adj. Que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente. (Real Academia Española)
Te invito a que reflexiones por un segundo sobre las siguientes dos preguntas, siendo consciente que se trata de dos extremos y que la vida real no es blanco ni negro sino una escala de grises:
¿Qué sientes respecto a una persona que se muestra, abre su corazón, te cuenta algo que le cueste especialmente, algún miedo, alguna dificultad…? ¿Cómo te relacionarías con esa persona?
Y ¿qué sientes respecto a una persona que siempre se muestra desenvuelta y autosuficiente, que menciona sus fortalezas y logros, no duda y aconseja a los demás sobre lo que deberían hacer? ¿Cómo te relacionarías con esa persona?
En una sociedad donde prevalece el competir sobre el colaborar, la Vulnerabilidad no parece ser la mejor opción:
“No muestres ninguna debilidad que si no te van a dar donde más te duele”
“Que te vean siempre fuerte”
“Nunca llores delante de tu equipo”
“No pido nada para no deber nada a nadie”
“Solo/a puedo, siempre me las apaño”…
Las creencias que tenemos respecto al concepto de Vulnerabilidad hacen que nos cueste mostrarnos tal como somos realmente, que tratemos de disimular nuestras dificultades y emociones consciente o inconscientemente, que inventemos excusas o “culpables” para protegernos… a veces, incluso adoptamos actitudes arrogantes y distantes (de ahí el conocido refrán “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”). Todo ello nos genera sufrimiento. Porque por mucho que nos empeñemos en compensar, ocultar, evitar pedir ayuda, en definitiva, acallar nuestra parte más oscura, desde el exterior las personas ven y/o sienten la coraza que nos hemos construido. Y ésta nos aleja de todo y todos; incluso de nosotros/as mismos/as.
En nuestro trabajo acompañando equipos, nos maravilla comprobar que cuando los miembros de un equipo deciden “quitarse la coraza”, arriesgar y mostrarse tal como son, con sus fortalezas y sus debilidades, se da un punto de inflexión, un salto exponencial en el crecimiento del equipo.
¡Ojo! no estamos alentando a abrirnos a cualquiera sin medir las consecuencias, no, sería insensato.
Para que el ejercicio de vulnerabilidad sea posible y realmente fructífero, es necesario crear las condiciones de confianza, seguridad, confidencialidad, tiempo juntos/as y feedback sincero y honesto. Es una decisión individual y consciente.
Hay personas y equipos que nunca logran dar el paso de mostrarse, de confiar…y está bien. Da miedo desnudarse, y pesan las malas experiencias del pasado que nos hacen desconfiar, pero merece la pena arriesgar porque tenemos mucho por ganar, ¡vaya que si tenemos! Podríamos “degustar” lo que realmente son las conversaciones y relaciones de gran calidad, sinceras, profundas, cercanas y enriquecedoras.
¿Qué tal si empezamos a colaborar más que a competir y por fin entendemos la vulnerabilidad compartida como una fortaleza en vez de como una debilidad?
Aunque hayamos mencionado ya en anteriores ocasiones este vídeo de Brené Brown sobre el poder de la vulnerabilidad, no nos cansamos de verlo y recomendarlo.
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