Con otros ojos…
De vuelta ya tras unas semanas de ocio y descanso, andaba pensando estos días que además de tomar distancia respecto a nuestra cotidianidad, las vacaciones también sirven para mirar desde otro ángulo el lugar donde vivimos todo el año.
“Al final lo que tenemos en casa es lo que menos conocemos”…
“La gente de fuera visita más museos y organiza más planes interesantes en nuestro entorno que los que vivimos aquí”…
Queriendo pues mirar lo conocido más de fuera, más de turista, la semana pasada participé en la excursión “Flysch at night – un safari intermareal nocturno” en el Flysch de Zumaia. ¡Un super plan que os recomendamos probar!
Conozco muy bien este lugar desde mi infancia, pero la fauna y sonidos particulares de la naturaleza por la noche y las interesantes y apasionadas explicaciones del guía, hicieron que se revelase ante nosotros/as una nueva versión del Flysch: un universo que aunque nos pareciera nuevo, siempre ha estado y está ahí.
Ahora que empezamos el nuevo curso, ahora que iniciamos poco a poco la transición del modo “verano”- orientados/as al exterior y al esparcimiento- al modo “otoño”- recogimiento-, puede ser un buen momento para hacer un ejercicio consciente de tratar de ver lo que no vemos a primera vista en nuestra cotidianidad, en nuestra rutina, en nosotros/as mismos/as…y reconocerlo para convertirlo en fortaleza.
Precisamente, como la reflexión que provocó en un amigo la foto que inocentemente tomó a un espejo de decoración Tailandesa y que mirándolo con más atención y profundidad descubrió en él la figura de un anciano monje budista. Bonita metáfora de que las respuestas a nuestras preguntas, dudas, temores… están en el fondo de nosotros mismos/as, aunque nos parezcan escondidas. No hay más que reforzar la calidad de nuestra atención para ver lo que no se ve.
Y con este post ¡volvemos a las andadas con el nuevo curso!
Feliz semana
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