Dime lo que observas y te diré quién eres
“¡Eso es así! Que te digo yo que es así”
“¿Cuánto te apuestas que es así?”
“No tienes ni idea, creo que no te enteras…”
Son frases que empleamos y que en ocasiones se convierten en batallas dialécticas por tener la razón. Lo que observamos nos parece tan claro, tan evidente, que pensamos que la opinión que nos hemos hecho al respecto es la realidad. ¡ES ASÍ! Y nos da rabia que la otra persona no lo vea igual.
Distinguir lo que son los hechos y lo que son nuestras opiniones (o llamémoslo juicios o creencias) al respecto puede ser difícil. Precisamente sobre ello reflexionamos estas últimas semanas con el profesorado de un centro de formación profesional: cómo emplear hechos y juicios de manera que nuestra comunicación en el equipo sea fluida, para tomar decisiones eficaces y cuidar al mismo tiempo nuestras relaciones. Y no sólo en su propio equipo ya que las profesoras y profesores son la correa de transmisión y ejemplo para aulas enteras de jóvenes. En el caso de este centro ya trabajan con el modelo ETHAZI (aprendizaje colaborativo basado en retos) y las competencias de comunicación son clave para ello.
No por saber hablar sabemos comunicarnos, como no por respirar desde que nacemos sabemos hacerlo apropiadamente al practicar un deporte por ejemplo.
En cualquier oficio, sector, nivel jerárquico o edad cuando aprendemos y entrenamos a comunicarnos de forma productiva conseguimos mejorar nuestras relaciones y nos llevan a mejores resultados en lo que emprendemos. Nuestras relaciones están en gran medida condicionadas por cómo nos comunicamos con las personas. Si en este momento hay alguna persona con la que te cueste relacionarte, piensa qué tipo de conversaciones estás teniendo o no estás teniendo con ella.
Evaluamos y juzgamos constantemente el mundo que nos rodea (situaciones, personas…). Y lo hacemos desde nuestras “gafas”, desde nuestras creencias, en definitiva, desde nuestro modelo mental.
“Ver no es creer ¡creer es ver! No vemos las cosas como son, sino como somos”
(Eric Butterworth)
¡Ojo! Nuestros juicios y opiniones son necesarios para poder tomar decisiones en el día a día (“esto tiene buena pinta”, “esto es peligroso, qué miedo me da”, “esto está rico”, etc.). Sin embargo, tendemos a creer que nuestras opiniones sobre el mundo son hechos y que nuestra manera de ver las cosas es la única verdad posible.
En resumen, saber escuchar, evaluar y expresar las opiniones de forma productiva es una competencia clave para una buena comunicación y relación. Por ello, tengamos muy presente:
- Ser conscientes de que nuestra opinión no es una verdad absoluta.
- Ver más allá de las “etiquetas” que ponemos a las otras personas (“éste es listo, ésta es tonta, ésta me cae bien, éste me cae mal, creo que esta persona no me aprecia…”).
- Indagar cómo la otra persona ha llegado a su opinión.
- Exponer cómo he llegado yo a mi opinión.
- Ser conscientes de que a veces “tener razón” sólo nos sirve para “alimentar nuestro ego” (“yo gano, tú pierdes”, “¿¡ves!? Yo tenía razón!”)
Y para terminar, os recomendamos el libro de nuestro querido colega de profesión Enrique Sacanell: “¿Cómo se lo digo?” (Editorial Libros de Cabecera).
Feliz semana.
Etiquetas: Entrenando equipos