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Imagínate que tienes 5 millones de euros en tu cuenta del banco…
¿Qué harías?
¿Cambiarías algo en tu vida?
En ocasiones utilizo esta pregunta en sesiones de coaching cuando veo que a la persona con la que estoy trabajando le cuesta visualizar o declarar lo que realmente le gustaría hacer, cambiar, conseguir… por el gran peso que supone para ella el aspecto financiero (el miedo a perder dinero, a no poder cubrir las necesidades básicas, a no poder conservar el mismo tren de vida…).
Podríamos perfectamente construir otras variantes de esta pregunta:
“Imagina que todas las responsabilidades de cuidado de tu familia con las que cargas en la actualidad están totalmente cubiertas, ¿Qué harías?”
“Si tuvieras buena salud, ¿qué harías?”
Y así con cualquier aspecto que nos suponga una carga o límite.
De repente, al sentirnos liberados/as de cualquiera de los pesos que nos agobian o nos limitan en la actualidad, quitamos poder a esos saboteadores internos que tenemos, de cualquier índole – económico, conciliación entre la vida personal/familiar y laboral, compromisos adquiridos por obligación, salud, edad, falta de conocimientos, miedo al paro…-, y nos resulta más fácil conectar con lo que realmente nos gustaría hacer o conseguir, con nuestros anhelos más íntimos y/u ocultos. En definitiva, nos damos permiso para soñar, para imaginar nuevas posibilidades, para visualizarnos en otras vidas.
Y aunque no lo podamos realizar al 100%, puede ser una fuente de inspiración, un impulso necesario para empezar a dar pasos en una dirección que nos acerque a lo visualizado o esté relacionado con ello.
En este comienzo de curso, donde es frecuente fijarnos nuevos objetivos, propósitos, o hábitos de vida, hacernos esta pregunta puede ayudarnos a fijar prioridades, a tomar conciencia de si realmente queremos hacer lo que estamos haciendo (“Como siempre lo he hecho”, “como es lo más fácil”, “como sé que funciona”, “como no me puedo permitir otra cosa”, “como ya no tengo edad”, “como esperan eso de mí”…), a incluir alguna actividad que haga más divertidos o felices nuestros días y/o a montar un plan, a corto, medio o largo plazo, eso da igual, con las etapas necesarias para conseguir lo deseado (ya sea formarse, ahorrar dinero, tener algunas conversaciones pendientes, aprender idiomas, apuntarse a un gimnasio, cambiar hábitos de comida…).
Parece una pregunta sencilla…y lo bonito de lo sencillo es precisamente la profundidad que nos regala.
Y para despedirnos, os dejamos con este poema de Marianne Wiliamson que Nelson Mandela utilizó en su discurso inaugural en 1994
«Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro temor más profundo es que somos excesivamente poderosos.
Es nuestra luz, y no nuestra oscuridad la que nos atemoriza. Nos preguntamos: «¿quién soy yo para ser brillante, magnífico, talentoso y fabuloso?»
En realidad, ¿quién eres para no serlo?.
Tú eres el hijo del universo.
Infravalorándote no ayudas al mundo. No hay nada grandioso en empequeñecerse para que otras personas no se sientan inseguras a tu alrededor.
Esta grandeza de espíritu no se encuentra sólo en algunos de nosotros; está en todos. Y al permitir que brille nuestra propia luz, de forma tácita estamos dando a los demás permiso para hacer lo mismo.
Al liberarnos de nuestro propio miedo, automáticamente nuestra presencia libera a otros.»
Marianne Williamson
Feliz semana
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