No hay como preguntar a la gente.
¿Os imagináis ir a un bar a la hora del desayuno y que nos sirvan un café con leche automáticamente, dando por hecho que es la bebida que más nos conviene a esta hora o simplemente porque es una bebida genial?
¡Sería interesante observar las reacciones!
A mí por lo menos, me gusta que me pregunten sobre los temas que me incumben.
Este ejemplo en el plano personal resulta absurdo y la respuesta es obvia, pero cuando lo extrapolamos a otros ámbitos como el de las organizaciones y la comunidad, lo que parece ser tan lógica ya no parece no ser tan “de cajón”.
Cuántas veces se toman decisiones en las organizaciones sobre temas que van a tener un impacto en un grupo de personas sin preguntarles a ellas (empleados/as, ciudadanos/as, pacientes, consumidores, alumnos/as…) por razones como:
La falta de tiempo –“Lo más rápido y sencillo es que lo decidamos en el equipo de dirección y después lo comunicamos directamente a toda la plantilla”– olvidándosenos que nadie persigue un sueño ajeno, que es importante que las personas puedan opinar y contribuir a un plan si queremos que se adhieran a él.
La falta de energía o recursos – “¡Cómo vamos a movilizar a tanta gente!”
Creer saber lo que más conviene a ese grupo de personas (aunque no se viva ni se conozca su trabajo/situación/necesidades en detalle).
Sencillamente, no haber caído en la cuenta de que se puede preguntar a la gente – “Aquí nunca hemos hecho eso…”.
Por no crear expectativas- “Cuidado…mejor no preguntar nada que si no la gente se viene arriba, empieza a pedir cosas, quiere cambiar todo y ¡a ver luego cómo gestionamos eso!”
…
Eso sí, proclamamos en todos los foros que las personas son el centro de las organizaciones y de la sociedad, que es importante contar con ellas, que la diversidad es una riqueza etc. Y nos sorprende si no se adhieren a los proyectos de manera incondicional y con todo su entusiasmo y ganas. Recuperando el símil inicial, sería como si se esperase de mí que me tome el café con leche con una sonrisa, dando efusivamente las gracias, hablando bien de ello a los demás clientes aunque no digiero bien la leche de vaca y haya pedido varias veces un café sólo sin azúcar.
Afortunadamente, paulatinamente (las transformaciones llevan su tiempo) estamos observando cambios:
Cada vez son más las organizaciones que nos solicitan sesiones de participación/consulta con empleados/as para conocer y recoger sus ideas, opiniones, sugerencias, propuestas etc. sobre temas como: la estrategia de la empresa (Misión, Visión y Valores, Planes de Negocio y de Gestión…), cómo implantar nuevos sistemas/metodologías/proyectos, buscar soluciones a problemáticas de funcionamiento y relacionales, diagnósticos culturales en donde se pregunta la opinión a la totalidad de la plantilla… ¡Es muy potente lo que sucede cuando varias personas se ponen a crear juntas!
“No hay como preguntar a la gente”- decía un cliente nuestro al recibir toda la información obtenida en el diagnóstico cultural de su organización.
También nos parecen muy valiosas las redes de colaboración público-privadas (ayuntamientos, diputaciones, empresas, universidades etc.) que se están fomentando para transformar las ciudades y crear espacios de convivencia común y aprendizaje. Hay proyectos muy interesantes actualmente. Nombramos, entre otros, dos de ellos donde a través de consejos/ grupos de trabajo se pregunta directamente a los niños/as y las personas mayores, como ciudadanos/as que son, para integrar sus necesidades y su mirada a la hora de repensar la vida en las ciudades y las políticas:
La Red UmHerri de Euskadi (Red Ciudades de la Infancia de Euskadi)
Euskadi Lagunkoia (Red de Ciudades amigables con las personas mayores)
Todo lo que acabamos de mencionar, además de llenarnos de esperanza y motivarnos, da sentido a nuestro trabajo.
Feliz fin de semana.
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