Elogio a los encuentros breves
“Yo ya no hago ningún esfuerzo por relacionarme con las personas que llegan al departamento… porque si sólo se van a quedar algunas semanas o meses…¿para qué abrirme, hablar, preguntar, interesarme? Es demasiado trabajo y energía para tener que volver a empezar cada vez…”
Escuchamos frases similares a ésta en una sesión de reflexión colectiva que facilitamos con un equipo hace poco, al debatir sobre el tipo y tono de las relaciones existentes entre sus miembros. Pueden parecer argumentos lógicos cuando sabemos que dicho departamento ha pasado por un periodo de cierta rotación de personal. Un mecanismo de protección incluso…
Al decidir, consciente o inconscientemente, cerrarnos a las relaciones, no vemos a las personas que tenemos en frente y por lo tanto no hay posibilidad de conexión. Me refiero a una conexión auténtica entre dos seres humanos y no a la conexión entre funciones o “roles” dentro del equipo. ¿Y si nos estuviéramos perdiendo a una extraordinaria persona aunque sea por un breve periodo?
Precisamente, una de las cosas que la experiencia de viajar sola alrededor del mundo durante el 2016 me enseñó, fue que la actitud de apertura (hacia las diferentes culturas, hacia las personas con las que me iba encontrando- y ¡fueron muchas! – hacia las diferentes situaciones en las que me encontraba, hacia la vida en general) nos puede traer personas, sensaciones, momentos maravillosos e irrepetibles.
Y no depende del tiempo que pasamos juntos/as. Si realmente estamos abiertos/as a establecer una conexión sincera y auténtica, una conversación o un encuentro de pocas horas puede marcarnos a tal punto que lo recordemos durante mucho tiempo después (traté en cierta manera este tema en “Conversaciones en la Isla de Pascua”).
Fue exactamente lo que me sucedió con Teresia Teaiwa en Wellington (Nueva Zelanda) el pasado mes de Agosto 2016.
Conocí a esta extraordinaria mujer a través de otra extraordinaria mujer, Chantal Spitz , con la que a su vez conviví durante 4 días en Polinesia Francesa y que fue quien nos puso en contacto.
Con Teresia no pasamos más que un día juntas. Me abrió las puertas de su casa y de su familia durante ese día, pero sobre todo me abrió una ventana a una antiquísima e interesantísima cultura de Oceanía, al Pacífico, al Arte del tatuaje en la Polinesia, a la lucha por los derechos de las mujeres en aquellas lejanas y para nosotros/as desconocidas tierras que son las Antípodas. No sólo tuve la suerte de conocer a un ser excepcional (el mundo necesita más personas así) sino que además hoy no puedo medir todo lo que aprendí con y a través de ella.
Desde Agosto 2016 he recordado en numerosas ocasiones aquel día en Wellington, aquellas cálidas conversaciones con su familia, su sonrisa, su mirada inteligente, su voz y su pausada manera de hablar, su dulzura y su aplomo al mismo tiempo…fue inmediato el cariño y la admiración que sentí por ella.
Así que SÍ… sí es posible y sí merece la pena hacer el esfuerzo por conocer nuevas personas (nuevos universos), aunque sólo sea por unas horas.
Reivindico la apertura a lo inesperado, a nuestra capacidad de sorprendernos, a lo diferente, a las personas (independientemente de su raza, credo o nacionalidad).
Por todo ello, y por lo afortunada que me siento de haberla conocido en vida aunque fuese fugazmente, dedico este post a Teresia Teaiwa con todo mi amor, rindiéndole tributo y mi último adiós ya que el pasado 21 de Marzo falleció, demasiado joven, en Wellington después de haber luchado contra un cáncer fulminante.
Gracias por todo y hasta siempre compañera.
Os dejo con estos preciosos poemas sonoros de la poeta y reputada académica Teresia Teaiwa:
https://soundcloud.com/hinemoana-1/postcard?in=hinemoana-1/sets/i-can-see-fiji-by-teresia-teaiwa-feat-des-mallon-sound-design-by-hinemoana-baker
Feliz fin de semana.
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