Solo son opiniones
Los niños/as no paran de pedirnos nuestra opinión cuando están aprendiendo algo nuevo: “Mira cómo ando en bicicleta!” , “Mira cómo salto”, “Mira cómo dibujo” etc.
…pero algo pasa a medida que vamos creciendo que nos volvemos más reticentes a pedir la opinión, ayuda o consejo de las personas de nuestro alrededor.
Puede que con la edad se acentúe nuestro sentido del ridículo, puede que tenga que ver con nuestras creencias sobre la crítica y nos cueste despegar lo que somos de lo que hacemos. Esto es, cuando alguien critica lo que hago lo siento como una crítica a lo que soy y sufro, defendiendo o atacando, porque todo lo que dicen lo llevo a mi ser. Como ejemplo de rabiosa actualidad, observemos las reacciones de Donald Trump ante cualquier crítica.
Sin embargo, no hay mejor regalo que te puedan hacer las personas de tu alrededor prestándote “sus gafas” para que te observes en acción a través de otros ojos (de la perspectiva de otra persona), en definitiva, a través de otro modelo mental o de otros prejuicios. Te brindan la oportunidad de poder descubrir cosas que haces de las que tal vez no eras consciente (muy buenas, buenas y menos buenas. Es una de las mayores fuentes de aprendizaje que puede haber.
Una opinión constructiva o que sirva a quien se la entregamos para su evolución, es aquella que habla sobre sus actos y las consecuencias de estos (sobre el Hacer) y no una crítica/ o ataque a su persona (sobre el Ser).
Tanto al dar como al recibir opiniones tengamos presente que es sobre la jugada y no sobre el/la jugador/a:
No es lo mismo decir “Es muy mal cantante” que “A mí no me gusta cómo canta” ¿verdad?
Y la opinión debe tener una finalidad:
¿Esta opinión que voy a dar sirve para que la otra persona mejore su manera de actuar o para resolver la situación en la que nos encontramos, o esto lo quiero decir para desahogarme o lanzar algún puñal?
“Creo que si hubieras comentado con antelación con el jefe que la situación era tan crítica se lo hubiera tomado mejor”. Es diferente de “Eres un cobarde- es normal que el jefe se enfade contigo”.
Cuidado con caer en el “Sincericidio” en nombre de la Sinceridad.
Pero sobre todo, no olvidemos que son sólo opiniones y no verdades absolutas. Entreguémoslas y recibámoslas así, porque nuestras opiniones tienen que ver con nuestras creencias, con nuestros juicios sobre la vida, sobre los demás, sobre cómo se deberían hacer las cosas… en definitiva, una opinión sobre otra persona o sobre una situación tiene mucho más que ver con nosotros/as mismos que lo que pensamos. De ahí que lo que algunas personas de nuestro alrededor perciben en nosotros/as como un punto de mejora, otras lo perciben como una de nuestras fortalezas.
Es decir, puede que eso que nos irrita y criticamos en otras personas tenga que ver con alguna necesidad nuestra:
“¡Qué poco cariñosa eres!” en vez de decir “Para mí es importante y necesito sentir más cariño de tu parte”.
O al contrario:
“No soporto que seas tan cariñoso” en vez de decir “Por favor, necesito más distancia”.
En definitiva, pensemos un poco antes de dar o recibir una opinión para que sea constructiva.
Es necesaria mucha generosidad para exponerse a decir lo que normalmente no decimos abiertamente a otra persona; pero también hace falta generosidad para escuchar cosas sobre nosotros/as mismos/as que en ocasiones pueden resultar dolorosas y no dejarnos llevar por el impulso de atacar o defender.
Te proponemos el siguiente ejercicio para el fin de semana:
Por qué no pides a personas de tu alrededor que te presten sus gafas y te digan:
3 cosas que se te dan muy bien (tus fortalezas) y 3 cosas que no se te dan tan bien (áreas ciegas o de mejora).
¡Verás que es un regalazo para tu crecimiento personal y profesional!
Feliz fin de semana.
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