¿En serio?
Sí, es posible. No es ciencia ficción.
Podemos trabajar eficiente y seriamente dando un espacio a nuestro lado humano. No son cosas reñidas.
Lo vemos muy claro con los niños/as: sabemos que si se lo pasan bien, si se ríen, si juegan (ya escribimos sobre el poder transformador del juego tanto para niños/as como para adultos/as en otra ocasión- “El juego como fuerza de transformación”)…se crea un ambiente de apertura donde todo fluye mejor y es más fácil captar su atención para trabajar, crear o pasar mensajes importantes.
¿Entonces por qué no lo extrapolamos a los adultos y al mundo laboral?
Nos sabemos la teoría: las emociones se contagian, nuestro humor influye en la emocionalidad del equipo/departamento, el juego ayuda a imaginar, a atrevernos a probar nuevas maneras de hacer…pero seguimos escuchando expresiones como las siguientes en muchas empresas (la semana pasada sin ir más lejos):
“Esas cosas de trabajar la cultura, los valores, de conversar sobre nosotros/as, sobre nuestras relaciones, lo que nos mueve, etc. son FOLCLORE. Dejemos de perder el tiempo y a trabajar”.
Otras expresiones comunes trasladan la creencia bien arraigada de que el trabajo, por naturaleza, es un entorno hostil:
“Vamos a la mina”
“Aquí, en la batalla”
“Que te sea leve”
“Venga, a sufrir un poco”
¿Os imagináis diciendo a nuestros niños/as- “Que te sea leve”- cuando van al colegio o -”¡Venga! a sufrir un poco”?
El lenguaje es como un filtro a través del cual transmitimos y recibimos nuestra realidad. Cuando está disminuido en su enfoque, limita también nuestra capacidad para poder visualizar situaciones en otros contextos o desde otras perspectivas.
En las empresas utilizamos un léxico característico: rendimiento financiero, cuota de mercado, precios, costos, márgenes, eficiencia, rotación, procesos, cash flow, EBITDA, valor añadido, funciones, calidad, objetivos, presupuesto, plan de negocio …
Términos relativos a resultados cuantificables, que se pueden medir, relacionados más bien con el HACER (hablamos como si nos refiriésemos a una máquina). Pero no olvidemos que las organizaciones se componen de personas cuyas necesidades y motivaciones no se encuentran únicamente en las cifras:
Pasión, compromiso, identificación, motivación, valores compartidos, visión común, humor, disfrute, tolerancia, comprensión, compasión, humildad, confianza, vocación, sentimientos, intuición…
No es nuestra intención abrir un debate sobre qué términos son más importantes para el negocio, los primeros o los segundos, si no compartir nuestra opinión de que creemos necesario construir un lenguaje/discurso que combine el SER y el HACER de los sistemas humanos que son las empresas, y no reducirlo a una única visión mecanicista de ellas.
En las empresas se dedican muchas horas y se escriben cantidad de procedimientos y manuales sobre el funcionamiento de las máquinas, procesos etc. en los que trabajamos y ¡está muy bien! y totalmente necesario pero… ¿cuántas horas dedicamos a conocer a las personas de nuestros equipos? ¿Dónde están los “manuales de las personas”?
¿Cómo podemos hablar de Cultura, Valores, Transformación cultural en organizaciones donde las personas que están al mando o tienen equipos (personas) a su cargo no conceden importancia o tachan de “pérdida de tiempo” al dedicar tiempo y esfuerzo a las relaciones, a escuchar y conversar, a jugar, a reírse y a celebrar con las personas de su empresa?
El cambio empieza por uno/a mismo/a. Por cuestionar nuestras creencias respecto al trabajo, a la empresa, a las personas, a las relaciones y el ambiente que queremos crear.
¿Qué crees que te diría el niño/a que fuiste una vez si te escribiese una carta a la persona que eres hoy en día?
Nos despedimos con esta charla de Fidel Delgado “Cómo instalarse un sentido del humor XXL” como ejemplo de que se puede hablar de cosas muy serias con mucho sentido del humor.
Feliz fin de semana
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