El arte de vivir
Escribo desde la ciudad sagrada de Varanasi (India) el que será el último post de mi vuelta al mundo…
El tiempo pasa volando, y más cuando se vive de manera tan intensa como lo he hecho en estos 4 meses.
La pregunta que muchas personas me están haciendo ahora que estoy a punto de volver es:
…¿Cuál es el país que más te ha gustado?…
Y no sé responder porque los países que he visitado son muy diferentes entre sí.
En cada uno de ellos he disfrutado con paisajes de bellezas muy diferentes, cada cultura me ha aportado nuevo conocimiento y sorpresas, cada lugar me ha proporcionado nuevos olores y sabores, todos ellos únicos… ¿cómo elegir?
Tal vez lo que puede hacer que me decante por un lugar u otro sean las personas que allí he conocido y/o las experiencias allí vividas que me han podido marcar de un modo u otro.
Una vez más, lo que hace la diferencia es la parte intangible. Resaltaría:
La exquisita y variada cocina Peruana, la profundización en la fascinante cultura Inca, el descubrimiento de la antiquísima cultura de Polinesia, el bucear y contemplar la belleza de fondos marinos únicos en el planeta, el alegre sonido del ukelele, estremecerme ante la naturaleza en estado puro Neozelandesa, alucinar con las plantas y animales salvajes y exóticos Australianos, encontrarme en medio de la selva y comprender que el humano está al mismo nivel que el resto de las especies allí (en mi caso, en inferioridad por lo urbanita que me sentí), la vista nocturna de los rascacielos de Hong Kong, el coloso sensorial que es India y el retiro de meditación Vipassana (técnica para entrenar y purificar la mente y profundizar en los niveles de conciencia – os la aconsejo vivamente a todos/as https://www.dhamma.org/es).
Pero lo más remarcable, el GRAN regalo de este viaje, ha sido la “red internacional de personas amables, generosas y entrañables” que he tejido. Eso no tiene precio.
El conocer otras vidas me ha permitido comprobar, sentir en mi interior (aunque intelectualmente entendiese la distinción que tanto utilizamos en coaching Ser y Hacer), que SOY mucho más de lo que HAGO en mi vida en Bilbao.
Sí, SOMOS mucho más que lo que HACEMOS en este preciso momento de nuestras vidas.
Tenemos tendencia a construir nuestra propia imagen y nuestra imagen de cara a los demás, parcial o totalmente, a través de lo que hacemos (nuestra profesión, nuestro puesto de trabajo, la rutina en la que estamos inmersos/as…-una persona que conocí en Hong Kong me dijo algo que me dio mucho que pensar: “Las personas que no trabajamos no tenemos identidad cuando estamos en grupo”). Pero siempre podemos desarrollar nuevas habilidades, podemos soñar y poner en marcha acciones para empezar nuevos caminos (no importa la edad), tenemos derecho a equivocarnos (siempre aprenderemos algo), nunca es tarde para dar un volantazo como acto de libertad, ¿sabes lo que te hace vibrar en la vida?, ¿por qué no probar a conocer o salir con personas diferentes?…hay tantas posibilidades…
Para ello es necesario querer hacer un sincero “tête à tête” con uno/a mismo/a, revisar nuestros juicios, enfrentarnos a nuestros miedos e ilusiones íntimas y estar realmente dispuesto/a a pasar a la acción.
En este viaje he podido comprobar que el mundo es mucho más pequeño de lo que parece, que hay mucha más gente buena y dispuesta a ayudar (a aportar en definitiva) que lo contrario, que todo es mucho más fácil de lo que en nuestras mentes creemos. Es una cuestión de actitud, de confianza (escribimos hace unos meses al respecto).
Creo en los periodos sabáticos porque inspiran, abren mente, empoderan, brindan la oportunidad de probar nuevas actividades, de encontrarnos en medio de nuevas situaciones, de conocer nuevas personas…en suma, contribuyen a cultivar el Arte de vivir.
Os dejo con este vídeo sobre los beneficios de los periodos sabáticos.
Y aquí termino esta serie de posts sobre mi vuelta al mundo agradeciendo, como no podía ser de otra manera, a mi socia Judith Castillo por haber sido partícipe de esta maravillosa experiencia: Danke schön!
Feliz fin de semana.
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