Tjapukai…where Australia begins
Inmensa y diversa Australia.
Aunque esta afirmación parezca una obviedad, creo que no era realmente consciente de las dimensiones y variedad de este país hasta encontrarme viajando en él.
Empecé por la costa Este y necesité casi 20 días para recorrer una distancia – de Sydney a Cairns – que en el mapa me parecía…pequeña:
Interminables playas de arena blanca y olas que son el sueño de surfistas del mundo entero, clima delicioso (eterna primavera-verano), la barrera de coral más grande y bella del mundo, islas paradisíacas, una extensa infraestructura turística, ambiente relajado y festivo en todas las ciudades y pueblos por los que pasé, la selva tropical más antigua del planeta, la posibilidad de observar a animales salvajes en sus hábitats naturales (cocodrilos, tortugas, ballenas, tiburones, delfines, canguros, cassowary…), una flora exuberante …En definitiva, un placer para todos los sentidos…¿cómo no disfrutar de este gran país?
Sin embargo, durante los primeros 20 días en Australia sentía que más allá de las bellísimas “tarjetas postales” y aventuras de las que estaba disfrutando plenamente, había algo que se me escapaba…
Australia, en algunos lugares y discursos se describe como un país joven. Pero estas tierras ya estaban pobladas hace aproximadamente 45000 años, de hecho su cultura aborigen es una de las más antiguas del mundo, y, contrariamente a lo que experimenté en Nueva Zelanda y su cultura maorí, no veía rastro de ella y nadie sabía/podía contarme nada al respecto. Incluso, me daba la sensación de que podía ser un tema incómodo. Lo único que conseguí que me contaran fue el problema de los aborígenes con el alcohol y las drogas.
La visita al Centro de Cultura Aborigen Tjapukai de Cairns ha sido un momento clave en mi aventura Australiana (Tjapukai: Selva o Pueblo de la selva en la lengua aborigen de la zona de Cairns) ya que pude aprender sobre las tribus aborígenes de Australia:
Aproximadamente 500 tribus componían Australia, cada una con su idioma y reglas. Vivían en harmonía entre ellas dado el carácter generalmente pacífico de los aborígenes (el capitán Cook describió a los aborígenes como “personas felices” en su diario de viaje de su primer contacto con suelo Australiano).
Me conmovió escuchar su versión sobre la llegada de los Europeos y enfermedades y alcohol que con ellos trajeron: “Tomaron nuestras tierras, destrozaron nuestra cultura, robaron nuestros niños/as” (me recomendaron ver el documental “Rabbit Proof Fence” sobre la generación perdida de niños/as aborígenes robados/as).
Disfruté conociendo más en detalle la cultura y a las personas de la comunidad selvática Tjapukai: sus creencias, tradiciones y reglas y cómo han ido evolucionando hasta el siglo XXI; sus cuentos, canciones y danzas, su relación con la naturaleza y los animales de la selva, su conocimiento sobre las plantas medicinales. Me fascinó comprobar lo desarrollado que tienen todos sus sentidos, comparando con una urbanita como yo, para sobrevivir en la selva.
Fue precisamente ese día, al conocer la parte aborigen de Australia, ese elemento del sistema que me estaba faltando, que pude entender mejor el país, sentir conexión con esta tierra que no estaba sintiendo hasta entonces.
Y me pareció lógico ya que en cualquier sistema (un país, una sociedad, una familia u organizaciones y equipos con los que trabajamos) se necesita cuidar y honrar, entre otras cosas, su origen y el principio de pertenencia de los elementos que lo componen para asegurar un funcionamiento sano.
Me dio la sensación que es todavía una cicatriz no sanada en Australia.
Os dejo con esta reflexión sobre los sistemas de los que formáis parte mientras continuo mi apasionante viaje por la costa Oeste de Australia (totalmente diferente de la costa Este en cuanto a paisaje, clima y carácter de la gente).
¡Feliz fin de semana!
No quiero despedirme sin dedicar este post a Laurent, Didier, Julien y Tomás por ser mi hogar y mi familia en Sydney y por haberme ayudado a entender mejor este país desde mi mirada Europea ¡Muchas gracias amigos!
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