Conversando en la Isla de Pascua
Hay varias cosas que me parecen muy agradables de viajar sola.
Una de ellas es el sentirme conscientemente presente en el lugar que visito (“aquí y ahora”) al no estar acompañada de ninguna persona conocida, de mi cotidianidad, con la que tener conversaciones “de allí” (de mi rutina en casa).
Otra es la disponibilidad y apertura para conocer y conversar con personas que voy encontrando en el camino.
Es sobre esto último, precisamente, que reflexioné bastante la semana pasada contemplando los espectaculares atardeceres de la Isla de Pascua o Rapa Nui, por la cantidad de personas que allí conocí y conversaciones que con ellas mantuve:
Conversaciones…
… con personas de las que no sabemos nada (trabajo, estatus social, credo o ideología), lo que nos lleva a escuchar desde una total apertura y respeto al otro/a.
…sin cálculo ninguno.
…sin esperar nada de la otra persona o de la situación.
…sin prisas, despreocupándonos del reloj.
…intercambiando información y/o experiencias prácticas entre viajeros/as.
…en idiomas diferentes.
…donde contamos incluso cosas íntimas al sentirnos libres del peso o del miedo al juicio.
…por pura curiosidad, para conocer otras culturas, vidas, miradas.
…mostrándonos tal como somos, sin tener que demostrar nada a nadie.
…como vía para compartir y relacionarnos los unos con los otros en ese lugar del mundo en el que estamos.
Y acabar la conversación con un simple pero sentido: “buena suerte”, “buen viaje”, “Tal vez nos volvamos a cruzar algún día”.
En resumen, conversar por el simple y único placer de conversar, nada más.
A menudo, en el estilo de vida que llevamos, consciente o inconscientemente instrumentalizamos las relaciones/conversaciones, ya sean del plano personal como profesional, por interés, por falta de tiempo, por una falsa ilusión de control, por falta de disponibilidad o apertura, por prejuicios, por pereza…pueden ser muchas las razones.
Conversar con personas conocidas y desconocidas por el gusto y el arte de la conversación …ni más ni menos. Podemos aprovechar las vacaciones de verano para hacerlo conscientemente y apuesto que nos llevamos muy agradables sorpresas a todos los niveles.
Y no quiero terminar este post sin resaltar la gran amabilidad de los chilenos y chilenas tanto en la Isla como en el “continente” (así lo llaman ellos/as).
Felices vacaciones y felices conversaciones.
Etiquetas: Reflexiones en pasillo o ventanilla