Confiar o no confiar – esa es la pregunta
Últimamente ha surgido el concepto de confianza en varias de nuestras formaciones al reflexionar sobre las condiciones necesarias para que el trabajo del equipo resulte eficaz y satisfactorio:
- “Una vez que pierdo la confianza en una persona…ya no vuelvo a confiar”
- “¿Y qué pasa si esa persona es tu hijo/a? ¿nunca más vuelves a confiar en él/ella?”
- “Eso no es lo mismo”
- “¿Por qué no?”
“Piensa mal y acertarás” (desconfía y acertarás),
“Se piensa el ladrón que todos son de su misma condición”,
“Se tienen que ganar mi confianza”.
Escuchamos frases como éstas en los debates y si nos fijamos en ellas, pareciera que la confianza es algo que no depende de nosotros/as, como si fuera algo externo.
La buena noticia es que la confianza no es algo externo que no controlamos, sino que está en nuestras manos. Sí…puede sorprender en un primer momento pero el confiar o no confiar ante cada situación es una decisión personal y consciente
La confianza es un juicio (mi opinión/emoción respecto a una situación o persona) que me predispone para ciertas acciones y no para otras.
Si decido confiar en mí misma/o, en que todo va a salir bien, en que encontraré el modo, en que la otra persona responderá positivamente…mi manera de actuar y de conversar será más abierta, más creativa, más generadora en definitiva.
Sin embargo, como decida no confiar en la persona a la que he delegado la tarea, o en los miembros de mi equipo, en mi pareja, en ese proyecto que voy a emprender, en la vida en general… mi forma de actuar y de conversar será más suspicaz, temerosa, intentaré controlarlo todo y no dejaré margen de acción.
En resumen, si pienso que la gente no es fiable, el mundo acabará reflejándome lo que yo emito a través de mis comportamientos desconfiados. Esto es, la profecía que se auto-cumple. Confiar o no confiar …es un boomerang.
“Generalmente nos ganamos la confianza de aquellos en quienes ponemos la nuestra”
(Tito Livio)
La confianza, a su vez, se alimenta de 3 juicios. O dicho de otra manera, la confianza es como una silla que se apoya en 3 patas:
- La Coherencia (Sinceridad): siento que la persona que tengo en frente es coherente entre lo que piensa, dice y hace.
- La Competencia: siento que la persona que tengo delante tiene las competencias necesarias para hacer la tarea que le he pedido o lo que necesito.
- La Confiabilidad (el histórico/trayectoria): siento que la persona que tengo delante no me ha fallado en el histórico de nuestra relación.
Si una de las patas está coja, toda la silla se ve afectada ¿verdad?
Por eso, cuando tu confianza en una persona o la confianza de otra persona en ti se ve quebrada, puedes analizar cuál de estas (o varias) patas está dañada en vez de decidir desconfiar de manera general. Esto te puede ayudar a revisar tu juicio para reconstruir la relación.
No estamos diciendo que sea fácil ¡ojo! …requiere un esfuerzo consciente: expresar sinceramente lo que necesitamos en cada momento, ser generosos/as, dialogar… Tenemos que querer mejorar realmente la relación o la situación para hacer ese esfuerzo.
También requiere tomar conciencia de que no es “un regalo” que hacemos a la otra persona volviendo a confiar en ella, sino que se trata de un beneficio mutuo.
Elegir no confiar es una decisión legítima, claro, pero seamos conscientes de que en la vida y sobre todo en el trabajo, nos toca relacionarnos con un montón de personas que no siempre elegimos, y la calidad de esas relaciones dependerá en gran parte de nuestra decisión. La confianza es la base de una buena relación y de una comunicación eficaz. Sin confianza no hay relación y si lo llevamos al equipo, sin relación no hay equipo de trabajo.
La confianza se puede alimentar, construir y reconstruir de forma voluntaria cuando se quiebra. Tú decides…¿confías o no confías?
Os dejamos con este precioso vídeo sobre la confianza.
Feliz fin de semana.
Etiquetas: Entrenando equipos