Espacios de reconocimiento, espacios de evolución
Hace dos semanas terminamos la última edición del Programa de Certificación Internacional en herramientas CTT (Cultural Transformation Tools) y modelos para procesos de transformación cultural en Izarra Centre de Ermua. Y una vez más, sólo podemos agradecer sinceramente a los/las participantes no sólo por haber hecho posible esta nueva edición, sino también por su gran generosidad e implicación en los debates vividos, convirtiéndolos en únicos e irrepetibles. ¡Son las perlas que nos llevamos de cada edición!
Uno de los debates giró alrededor del valor “Reconocimiento” que frecuentemente las personas piden en las organizaciones donde trabajan. Rescatamos las siguientes reflexiones que nos parecieron representativas de muchas organizaciones:
“En una reunión de dirección, consciente de la importancia del reconocimiento, yo reconocí públicamente el buen trabajo de uno de mis compañeros… ¡y ahí se terminó la reunión! Ante el ‘cumplido’ público, éste se incomodó/ ¿avergonzó?…entonces…¿en qué quedamos?
“Cuando estamos aquí (País Vasco) en la empresa criticamos y despotricamos de todo y todos, pero cuando vamos a Benidorm de vacaciones hablamos maravillas de nuestra empresa y de nuestros compañeros. ¿Cómo podríamos hacer para obtener ese reconocimiento cuando estamos en casa?”
“Cuando lo hacemos bien se da por hecho que tiene que ser así, que es mi trabajo. No decimos nada. Sólo indicamos lo que no funciona, lo que se ha hecho mal”
…
¿Qué nos sucede con el reconocimiento en la cultura del trabajo? ¿Sabemos entregarlo? ¿Tenemos espacios para ello? ¿Cómo lo recibimos?
El feedback es la información que recibimos sobre nuestras acciones y sus consecuencias vistas desde la perspectiva de otra persona. Es como si ésta nos “prestara sus gafas” con todo lo que ha visto y sentido en nuestra manera de actuar. En definitiva, nos da su opinión.
El feedback es clave y necesario en los procesos de desarrollo tanto profesional como personal. Los niños/as, por ejemplo, nos piden feedback constantemente -”¡Mírame, mírame!”- cuando están aprendiendo a montar en bici, a saltar, a dibujar etc.
Cuando recibimos feedback sobre los errores que hemos podido cometer, nos ayuda a mejorar, a crecer. Pero tan clave y necesario como el feedback sobre los errores es el feedback positivo.
El reconocimiento de lo que hacemos bien o muy bien, nos confirma el éxito de nuestras acciones y contribuye a aumentar la autoestima y confianza en nosotros/as mismos/as.
Incorporar espacios/momentos para también reconocer el trabajo bien hecho, es una práctica muy sana y cohesionadora en los equipos:
- “¿Qué tal si empezamos con el siguiente tema del orden del día reconociendo lo que hemos hecho bien y después qué cosas podemos mejorar de cara al futuro? “
- “¡Me gustaría felicitaros por la manera en la que habéis resuelto el problema de calidad en un tiempo record!”
- Me ha encantado tu exposición. Me ha parecido muy clara y concisa. Se nota que has dedicado mucho tiempo y esfuerzo a prepararla.
Demasiadas veces damos por hecho que las personas ya saben lo que hacen bien. Sin embargo, no siempre son conscientes de ello. Y aunque fuera el caso, a todos/as nos gusta escuchar palabras que valoran nuestra contribución al equipo, al buen funcionamiento de la organización, a los resultados…(aunque a veces nos sonrojemos por la falta de costumbre).
Cuando reconocemos, vemos a la otra persona y él/ella también se siente visto/a. Esto fortalece la relación y facilita el diálogo generando conversaciones de espiral positiva.
Los cumplidos abren espacios de solución.
Deberíamos, pues, entrenarnos más en abrir espacios para valorar, apreciar, agradecer, preguntar y escuchar.
Y para comenzar el fin de semana, os dejamos con este vídeo sobre el efecto Pigmalión.
Feliz fin de semana.
Etiquetas: Entrenando equipos