Allegro, ma non troppo
Hoy en día existen excelentes herramientas y métodos para gestionar el tiempo (en reuniones, en proyectos etc.) y puede parecer que elaborar cronogramas de proyecto, como nos ha tocado hacer las últimas semanas, es una tarea relativamente sencilla. Sin embargo… ¿qué hay de la gestión del tempo del/de la cliente para que se sienta cómodo/a con el ritmo de las intervenciones?…pareciera que la gestión del tempo tiene algo más que ver con la intuición, la experiencia, la empatía, con la paciencia… Es la diferencia entre la hora que marca el reloj o la fecha del calendario y la noción de tiempo vivido por la persona.
Creemos que la planificación de los proyectos y la gestión de las intervenciones requieren algo más por nuestra parte, los/las consultores/as, que el conocimiento técnico, que la lógica y la razón, si queremos que sea “un traje a medida” y útil para nuestro/a cliente. Si lo comparásemos con la elaboración de una partitura para un concierto, además de oído y formación técnica musical, los/las compositores/as aportan ese ingrediente intangible pero clave para que el concierto sea único: intuición, sensibilidad y emoción.
“Entiendo que debemos ir paso a paso y que no podemos saltarnos ninguno pero siento ansiedad por ver ya cambios concretos en el terreno, se me está haciendo muy largo”- nos decía un miembro de un Equipo de Dirección al comienzo del proyecto.
“Vamos a retrasar todas las intervenciones previstas en el proyecto para este mes con el personal ya que el nivel de trabajo que tenemos en el terreno es tal que siento que va a ser demasiado”—nos comentaba otra directora al hacer una reunión de seguimiento de proyecto.
¿Cuál es el tempo adecuado para cada cliente?
Depende.
A veces necesitamos ir despacio, a veces meter algo de prisa, dar ese empujoncito, a veces ir al trote y a veces incluso parar.
El tempo lo determina el grado de necesidad, las habilidades y recursos con los que contamos, la inercia o costumbre, y claro está, las ganas y/o los miedos.
Nos parece que esta frase de Gunthard Weber lo ilustra muy bien:
“Cuando se aconseja, hay que tener cuidado en estar demasiado en el lado de los cambios porque el cliente se puede ir radicalmente a no querer. Por eso, con cuidado podemos advertir los pequeños cambios. Hay que preguntarse siempre si es el momento del cambio o si hay que provocarlo. Estad atentos en el trabajo de consultores cuando sentís que os tenéis que esforzar mucho para provocar cambios. Porque si sucede eso es que vosotros estáis queriendo algo diferente al cliente, así que es bueno preguntar al cliente qué quiere”
Y lo mismo sucede si lo llevamos al plano personal: encontrar ese ritmo justo, muchas veces marca la diferencia en el éxito de las relaciones, de la buena cocina, del trabajo manual, del aprendizaje…
¿Cuál es el tempo adecuado para bailar, cantar, estudiar, hacer deporte, cocinar, para nuestras relaciones…?
¿Te has parado a pensar cuál es tu intención y la intención de la otra persona en esa relación que parece ir descompasada?
¿Cómo de adecuado sientes que es el ritmo que te estás o te están marcando para eso que tienes entre manos (aprender un idioma, una lectura compleja, practicar un nuevo deporte, preparar un viaje, pasar tiempo con la familia…)?
Os dejamos con estas reflexiones.
Felices vacaciones de Semana Santa.
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