Eternas aprendices
Un equipo de Dirección al que estamos acompañando en el proceso de transformación cultural de su organización, vio necesario cuestionar su estilo de liderazgo (el de todo el equipo y el de cada miembro del equipo) y su impacto en la cultura corporativa y en la gente.
Partieron de la premisa de que sólo podrán liderar (inspirar y guiar) el cambio desde la integridad personal, es decir, desde el ejemplo, y que para impulsar el cambio en un sistema humano (una empresa, un equipo etc.) se debe producir un cambio personal, y debe de ser de arriba hacia abajo.
Para este ejercicio de diagnóstico, se apoyaron en la herramienta LDR (Leadership Development Report.) de Barrett Values Centre (la mencionamos ya en un post anterior al tratar la diferencia entre gestor y líder -“No puedo dar lo que no tengo ni pedir lo que no doy”)
Lo interesante de esta herramienta es que no evalúa, es decir no hay ni bueno ni malo, sino que busca un autoconocimiento más profundo de la persona y le proporciona una hoja de ruta para el desarrollo de su estilo de liderazgo y para su evolución personal.
Pues bien, estas últimas semanas hemos tenido la fortuna de facilitar sesiones individuales con cada director/a de este equipo para la interpretación de los resultados de sus LDR.
La potencia de esta herramienta, aparentemente sencilla, ha sido sorprendente tanto para nosotras (¡una vez más!) como para los/las directores/as por la cantidad y calidad de la información que proporciona, y una vez más también hemos sentido con fuerza el privilegio de ser eternas aprendices por todo lo que a nosotras nos aportan estas sesiones a nivel personal y profesional.
Por eso, a continuación nos gustaría compartir nuestros aprendizajes, nuestras claves de éxito, con aquellas personas que estéis ya utilizando o que penséis utilizar esta herramienta de desarrollo de liderazgo, para que las sesiones individuales de devolución de resultados de los LDR sean fructíferas:
- Enfocar esta herramienta como una caracterización (simplemente constatando lo que hay y ver en qué grado esto le sirve a la persona en la actualidad) y no como una evaluación (“esto está bien y esto está mal”). La persona que hace su LDR no es mejor o peor que nadie, las experiencias de su vida, su sistema de creencias (fruto de su crianza, educación, amigos, cultura etc.) le han llevado a actuar de una manera u otra. Somos diferentes porque nuestras historias son diferentes.
- Utilizar los resultados para entender cuáles de los comportamientos que la persona está mostrando en la actualidad son útiles y qué comportamientos debería mantener/desarrollar en el futuro para desarrollarse como líder.
- Presentar la sesión como un espacio de autoconocimiento para ir perfilando un mapa de evolución. Una oportunidad de oro para pasar de ser “la víctima de mis circunstancias a ser el arquitecto/a de mi futuro”.
- Insistir en que el desarrollo del liderazgo es un proceso continuo de evolución, no hay un “ya lo he logrado”.
- Pero sobre todo… escuchar, conversar y mirar a la persona desde el más absoluto respeto y amor.
La información que aporta un LDR es un verdadero regalo para cualquier persona que lo haga así que…¿Por qué no incluirlo en la lista de Navidad?
¡Feliz fin de semana!
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