La belleza del espacio entre los obstáculos
La semana pasada facilitamos varios grupos de consulta con la plantilla de una empresa cliente. En esta ocasión reflexionamos sobre cómo llevar a la práctica los valores que las personas indicaron como importantes para que la empresa despliegue su máximo potencial (Unos meses antes esta empresa llevó a cabo una encuesta en la plantilla con apoyo de la herramienta CVA -Cultural Values Assessment-de Barrett Values Centre –www.valuescentre.com– para conocer los valores que deseaban para su organización).
Queríamos saber cuáles serían los comportamientos observables que mejor pudiesen reflejar, llevar a la práctica, los valores elegidos.
Al final del ejercicio les preguntamos:
“Habéis traducido algunos de los valores más importantes para la plantilla en comportamientos/acciones concretas para empezar a ‘vivirlos’ en el día a día… ahora llegó el momento de pasar del dicho al hecho…
¿Te sientes en capacidad de responder, dar ejemplo con estas conductas?
¿Cómo podríamos asegurarnos de que esto ocurra?”
Muchas personas hablaron de la importancia del ejemplo por parte de los/las responsables que tienen equipos a su cargo para que los nuevos comportamientos cuajen, otras añadieron que cada persona debería preguntarse a sí misma si está cumpliendo con lo acordado o no. Se propusieron ideas para valorar y premiar la contribución a los valores de la empresa tanto por equipos como individualmente, y también hubo algunas voces que dijeron “yo lo haré cuando los demás lo hagan”.
Por supuesto que en los procesos de transformación cultural es vital el ejemplo de los/las líderes a la hora de cumplir con los comportamientos /”reglas de juego” acordadas por todos/as para mostrar coherencia. Indispensable. Pero también debería ir acompañada de una reflexión individual por parte de todas y cada una de las personas que componen el sistema sobre su grado de coherencia.
No puedo dar lo que no tengo pero… ¿estoy pidiendo lo que yo no doy?
Ser coherente con nuestro discurso y nuestras acciones en nuestras vidas no siempre es fácil, requiere valentía, compromiso con nosotros/as mismos/as y con nuestro equipo…requiere un deseo real de mejorar las cosas, de contribuir al bien común. Requiere introspección, cuestionamiento individual, operar desde otros niveles de conciencia. En definitiva, se trata de una manera de estar en la vida.
Si no me gusta la situación que estoy viviendo…¿Qué puedo hacer yo, por pequeño que parezca, para cambiar algo a mi nivel? Si estamos pendientes de lo que hacen o no hacen los demás… ¿Estamos esperando a que alguien nos dé permiso para pasar a la acción?
“Sé el cambio que quieres ver en el mundo” M. Gandhi
“La satisfacción empieza a nacer en un equipo justo desde el momento en que sus componentes se comprometen a buscarla….Las quejas no hacen más que alimentar los sentimientos de miedo, frustración y rivalidad. Pero en cambio, en el momento que un equipo decide que es su responsabilidad hacer que los miembros del mismo se sientan satisfechos y disfruten de la experiencia del trabajo conjunto, se produce un cambio casi mágico que abre las puertas a la posibilidad de una mayor satisfacción”. (“Sabiduría de los equipos” Jon R. Katzenbach, Douglas K.Smith)
Nos gustó mucho la ponencia de Richard Gerver en el congreso de pensamiento ICOT del pasado mes de Julio en el Palacio de congresos Euskalduna de Bilbao (puedes ver el post sobre el ICOT 2015 aquí) – “El cambio. Aprende a amarlo”- donde después de hablar largo y tendido sobre la resistencia al cambio nos dijo… “¿Sabéis que sí existen personas que se levantan todos los días y piensan ‘¿qué voy a cambiar hoy? ¿Qué voy a mejorar hoy?’“ a lo que respondió ante nuestras atónitas miradas …”Qué lástima que sólo tengan 5 años…”.
Aprendamos pues de los niños/as a ver la belleza del espacio entre los obstáculos y permitámonos abandonar por un momento esa manía de los adultos en fijarnos especialmente en los obstáculos.
¿En qué momento perdemos esa mirada de niños/a?
¡Feliz fin de semana!