Nadie persigue un sueño ajeno
Nadie persigue un sueño ajeno…
Qué sencillo es estar de acuerdo con esta frase cuando se trata de nuestras vidas personales ¿verdad?
Seguramente muy pocas personas se unirían a un viaje que no les motiva o a una manifestación sin saber el para qué de ésta, y si no fuese por “un sueño”, nadie dedicaría su tiempo y esfuerzo a trabajar por causas sociales o para aportar algo a la comunidad, sin remuneración. Podríamos encontrar muchos ejemplos, sin embargo, parece que esta frase ya no es tan evidente si la extrapolamos al mundo laboral.
A menudo hemos visto (y seguimos viendo) que los proyectos de empresa se han soñado y diseñado entre unas pocas personas, normalmente de la alta Dirección, y después se ha esperado que el resto de la organización esté de acuerdo y lo persiga al 100%… “¿Pero si hicimos una comunicación a plantilla? ¿Por qué no remamos todos en el mismo sentido?”…Observamos también que firmar un contrato de trabajo y recibir una remuneración económica no es condición suficiente para que las personas se comprometan y aporten algo más que su conocimiento y su saber –hacer, es decir sus “ganas”.
Hace poco acompañamos al equipo de una organización al completo, durante toda una mañana, a declarar el Marco Filosófico de su empresa: Qué hacemos (Misión), Para qué lo hacemos (Visión de futuro) y Cómo queremos trabajar (Valores). Fue un alto en el camino de estas personas para tomar perspectiva, reflexionar juntas y aglutinar energía, algo que forma parte de sus funciones aunque el trajín y las urgencias del día a día puedan hacer florecer sentimientos de que dedicar una mañana entera a reflexionar, debatir y co-crear es “malgastar el tiempo”.
“No llega antes quien más corre si no quien sabe dónde va” (Séneca).
Las personas de esta organización pudieron comprobar que no es tan fácil responder a una sencilla pregunta como:
“¡Ah! Trabajas en la empresa X, y ¿qué hacéis en esa empresa?”
“¿En qué sois buenos/as y marcáis la diferencia respecto a otros?”
“¿A qué tipo de clientes os dirigís hoy? ¿Y en el futuro?”
No todas las personas respondieron lo mismo y ¡eso que llevan ya muchos años trabajando juntos/as!
Nos parece clave aclarar la actividad principal y el negocio medular de la organización (el Qué hacemos, la Misión) antes de pasar a imaginar y definir nuestras intenciones de futuro (lo que aspiramos a alcanzar, el Para qué hacemos todo esto, la Visión) ya que una visión de futuro sin una misión clara suele dar como respuesta la dispersión de la energía y un desempeño menor.
El método de “los 4 para qués” que Richard Barrett propone para definir el Marco Filosófico de una organización y que describe en su libro “Liberando el alma de las empresas” puede ser muy útil para este ejercicio.
Es cierto que los procesos donde se implica a muchas personas pueden ser más largos pero seguro que todos/as estamos de acuerdo en que todo lo co-creado tiene más fuerza, aumenta el sentido de pertenencia y nos adherimos en mayor medida al proyecto ya que éste cobra sentido y, por lo tanto, vemos que nuestra aportación/trabajo contribuye a algo superior.
Y existen diferentes métodos para implicar a las personas en la definición del proyecto de empresa (en “el sueño”) dependiendo del tamaño de las organizaciones.
Y tú…¿te has parado a pensar sobre cuánto te identificas con el sueño de tu organización y en qué medida esto influye en la contribución de tu trabajo?
¡Feliz reflexión y feliz fin de semana!