Intenciones sólo… no embarazan.
Intenciones sólo no embarazan.
Me reí mucho la primera vez que escuché esta frase.
De hecho, me gusta sacarla en sesiones de trabajo con equipos cuando deben tomar decisiones, ya que me parece que su toque de ingenio y de humor quita hierro a preguntas más incómodas- ¿Qué sucede para que llevéis tanto tiempo analizando, planificando y no consigáis pasar a la acción de una vez?¿Qué os está frenando?¿Queréis realmente llevar a cabo el proyecto?…- y contribuye a crear conciencia de la parálisis en que el equipo se encuentra.
Pueden ser varias las razones que nos frenen a la hora de tomar la decisión o de pasar a la acción, como por ejemplo: la pereza, la vergüenza, el miedo, la necesidad de controlar hasta el último detalle y estudiar todos los escenarios habidos y por haber aunque después, una vez en la piscina, pueden surgir otras dificultades, posibilidades, factores externos que eran imposibles de prever…
¿Cómo hacer entonces? Nos parece que una de las claves para un trabajo en equipo eficaz, es aclarar y entrenar el proceso de toma de decisión:
¿Cómo tomamos las decisiones en nuestro equipo?
¿Por Consenso? Se va a buscar un acuerdo al 100% de todos los miembros.
¿Por Alineación? El proceso por el cual partiendo de opiniones diferentes se llega a una decisión común: “Estamos en desacuerdo pero nos comprometemos con la decisión final”.
La ventaja del consenso es la armonía pero a menudo, por exigencias de la situación y de los clientes, se nos piden decisiones rápidas en equipo, es decir, no necesariamente disponemos del tiempo para llegar al deseado consenso.
Entonces… ¿Cómo decidimos si no estamos de acuerdo? ¿Quién decide? ¿Qué criterios de decisión utilizamos? Votación, mayoría relativa, mayoría absoluta, decide el/la líder, derecho al veto, voto de calidad, etc… las formas de decisión pueden ser muchas, el propio equipo se las puede inventar incluso, pero lo importante es que sean claras desde el comienzo y aceptadas por todos los miembros.
El hecho de que el equipo conozca los pasos para una buena alineación en la toma de decisión (el espacio que damos a cada paso, cómo lo gestionamos…para ir mejorando poco a poco) y acuerde unos criterios de decisión para cuando no se pongan de acuerdo, aporta mucha serenidad y eficacia a la hora de tomar la decisión y de pasar a la acción:
- Asunto o tema a tratar.
- Exposición de información necesaria.
- Reconocimiento y generación de alternativas.
- Análisis de alternativas: costes-beneficios (pueden utilizarse varios métodos para ordenar debate como por ejemplo los 6 sombreros para pensar de E.de Bono)
- Valoración de las alternativas: criterios de decisión.
- Elección de la alternativa.
- Formalización de la decisión tomada.
- Ejecución o aplicación.
- Seguimiento y evaluación del resultado.
En definitiva, para incrementar la eficacia del trabajo en equipo debemos:
- Conocer los pasos del proceso de toma de decisión.
- Definir los criterios de decisión.
- Crear un clima propicio para generar el debate y la participación de todos/as.
- Contar con expertos/as en los temas a tratar.
- Buscar la agilidad sin la precipitación.
- Evitar la parálisis por el análisis.Pero toda esta reflexión la podemos también extrapolar al plano personal: ¿Cuántas veces hacemos buenos propósitos para el nuevo año, nos gustaría llevar adelante buenas ideas, tener alguna conversación pendiente, hacer un viaje…pero no pasamos a la acción?Tal vez encontréis algunas herramientas para ello en este precioso libro:
“El pequeño libro de las grandes decisiones” de Mikael Krogerus y Roman Tschäppeler¡Feliz fin de semana!