Prestemos también atención al lenguaje espacial y al movimiento
La semana que viene voy a viajar a Andalucía y a Madrid por trabajo…aunque pensándolo bien, por placer también ya que son dos lugares que me gustan especialmente y además podré aprovechar para ver a personas muy queridas.
Me gustan los viajes, ya sean de trabajo o de placer, porque el simple hecho de cambiar de espacio físico y el movimiento activan en mí rápidamente otro tipo de atención, otro estado de conciencia, que me ayuda a dar con nuevas ideas, ver conexiones que están ahí aunque un poco veladas, a encontrar nuevas soluciones a temas algo empantanados en mi mente…Por eso no puedo evitar llevar una libretita en el bolso para que esos momentos de “inspiración” no me pillen desprevenida.
Estas últimas semanas hemos estado trabajando competencias conversacionales para crear entornos de confianza y aprendizaje con un grupo de personas de áreas y niveles jerárquicos diferentes de una organización, y entre otros tantos temas, dedicaron un espacio de debate a sus reuniones de equipo. Opinaban que el hacer reuniones en salas diferentes a sus oficinas/espacios de trabajo habituales les ayudaba a “cortar” con el ritmo de trabajo, a salir de cierta manera del “piloto automático” y por lo tanto, a abordar los temas con otra mente.
También, otro equipo al que acompañamos en un proceso de coaching nos comentaba recientemente que les parece muy importante salir de la empresa (cambiar de espacio y ritmo) de vez en cuando para entrenar habilidades de trabajo colectivo (probar, darse feedback, aprender) y conversar sobre ellos mismos, sobre el equipo en sí. Decían que esos espacios de seguridad, libertad y aprendizaje propician otra calidad de atención / presencia, ambas, individual y colectiva.
Y escuchándoles nos preguntamos…¿Algo así como lo que puede suceder en los viajes?
Creemos que es importante dedicar también atención al espacio y al movimiento en el trabajo con equipos como vías para acceder a su conocimiento implícito, a esa “sabiduría colectiva” (deseos, intuición, experiencia, sensibilidad, creatividad…) como tan bien explican Georg Senoner y Claude Rosselet en su libro “Management inteligente. Constelaciones organizacionales en empresas”.
Efectivamente, las constelaciones sistémicas pueden ser una herramienta muy útil en el trabajo de consultoría y coaching con equipos y/u organizaciones para aportar visibilidad compartida, más claridad en situaciones complejas donde se necesita tener en cuenta todos los componentes del conocimiento (explícito e implícito) y para ayudar a los equipos a sentir su próximo paso, su próximo movimiento.
Veremos qué emerge del viaje de la semana que viene…mientras tanto ¡buen fin de semana a todos y a todas!