Del papel a la práctica
Judith Castillo
La confianza es una estructura invisible que sujeta las relaciones y el trabajo eficaz.
Lo entendemos, ¿verdad?
En las formaciones muchas veces los conceptos pueden parecer de cajón, pero no sirven de mucho si las personas no consiguen enchufar con algo más emocional que les haga ver la posibilidad de llevar los conceptos a la práctica.
Recientemente, durante una discusión con un equipo sobre confianza enfocada en el cumplimiento de compromisos y tareas acordadas, surgieron los siguientes comentarios:
Si una persona traiciona mi confianza, me cuesta volver a confiar en ella.
Trabajo con una persona en la que no puedo confiar y tengo que estar siempre detrás para que las cosas salgan.
Profundizando, las personas comentaron que estaban insatisfechas con la situación, a veces frustradas o incluso resentidas. A la vez había un punto de resignación “Esto es así, no hay nada que hacer”. “No tengo ganas de hacer un esfuerzo con esta persona”. Y también que trabajar sin confianza era una gotera de energía.
En este sentido, durante la formación abordamos los siguientes pasos para una conversación entre las dos partes para restablecer una base de trabajo después de una ruptura de confianza (lo comparto aquí por si interesa):
- Establecer el contexto para la conversación (dónde, cuándo, etc.).
- Asegurarnos de que ambas partes comprendan el compromiso o la situación de la misma manera. En ocasiones, aquí ya nos damos cuenta que ambas partes no han actuado sobre la misma base.
- Reconocer el incumplimiento y sus consecuencias.
- Explorar las razones detrás del incumplimiento.
- Reconocer el impacto personal (hablar de sí mismo/a, no hacer juicios sobre la otra persona), interpersonal (cómo ha afectado a nuestra relación) y laboral.
- Ofrecer o aceptar disculpas y buscar formas de reparación.
- Acordar un nuevo compromiso y establecer expectativas claras para el futuro.
Recordamos también el sesgo que puede exagerar los errores de los demás y distorsionar nuestra percepción de la situación ya que al evaluar los incumplimientos, es común que justifiquemos nuestros propios errores considerando el contexto, mientras que atribuimos los errores de los demás a defectos de carácter.
Asimismo comentamos la importancia de evitar caer en la queja (ante terceros, ante la persona), ya que no soluciona nada, suele reforzar el resentimiento y por ende empeorar la situación.
Hasta ahí todo muy bien; pasos, pautas, claves que en la teoría todo el mundo puede entender… pero si no enchufamos con algo más que nos haga sentir que efectivamente esto es posible, es difícil que se lleve a la práctica.
Las personas de este equipo trabajan en el mundo de la educación y se dieron cuenta que sí estaban dispuestas a renovar la confianza una y otra vez con un colectivo: el alumnado. Lo hacían porque lo veían como la vía para hacerles madurar, para mostrar que creían que eran capaces de lograr sus metas. No renovar la confianza, no reconstruir la relación no era ni siquiera una opción. Hablar de ello cambiaba toda su corporalidad y su ánimo.
Reparar la confianza no solo podía restaurar la relación, sino que incluso podía fortalecerla.
Ver que es algo que ya hacen con un colectivo, por de pronto, abre la posibilidad de repetirlo con otro colectivo. Abre la posibilidad de conectar, más allá de pasos y pautas, con la actitud, con el relato interno sobre la situación y la otra persona, con el deseo de la futura relación. Abre la posibilidad de que lo aprendido sirva para algo.
¡Feliz Semana!