Incertidumbre
Nuestro trabajo nos brinda la suerte y riqueza de acompañar a personas, en equipo o individualmente, a reflexionar.
Hay de todo en los procesos de reflexión: momentos de fluidez; de “Eureka”; de “subidón” y también puntos muertos y momentos de confusión. Es en estos últimos casos donde se pone a prueba nuestros recursos para manejar la incertidumbre.
Y aquí entran en juego nuestra necesidad de certeza y control para sentir seguridad (aunque sea una falsa ilusión de seguridad); nuestra paciencia; nuestra capacidad para soportar la tensión y una vez más, la confianza. La confianza en nosotros/as mismos/as (en nuestros recursos y potencial), en las otras personas del equipo y en que las cosas vayan a salir adelante.
Nuestro pensamiento, lenguaje y nuestra actitud es lo único que podemos elegir ante el caos, confusión o incertidumbre.
No es lo mismo decir- “¡Qué difícil!”; “Esto es imposible”; “¿Y ahora qué hago?”- a -“Todavía no sé cómo hacerlo pero encontraré/remos la manera”.
“¡Esto no se termina nunca!”; “¡Qué mierda de momento!” – a– “ahora me/nos toca vivir este momento pero esto también pasará”.
Porque el pensamiento y las palabras que elegimos orientan nuestro estado emocional y crean nuestra realidad y el modo de relacionarnos con la confusión:
Hay un tipo de confusión que bloquea (aparecen en nuestra mente los escenarios más catastrofistas que nos paralizan).
Pero hay otra confusión productiva que es cualidad porque significa que estás en el límite de abrirte a otra cosa distinta, y que todavía no tienes todos los recursos o factores para abrirte.
La diferencia es si incorpora cambio o si bloquea.
Esto lo saben bien las personas con oficios creativos o que trabajan en innovación o investigación…porque donde NADA es seguro, TODO es posible.
Permitámonos, pues, la confusión ya que de ahí pueden emerger cosas buenas, muchas veces inesperadas.
En los momentos de “no saber”, sigamos dando pasos; pongamos en marcha “pequeñas” acciones-retos (un elefante se come a cachos); centrémonos en el día a día con la mayor serenidad posible; démonos el permiso de ilusionarnos y celebrar cada vez que vemos un rayito de luz que nos acerca un poco más a nuestro objetivo; y velemos para que el temor no afecte a la coherencia con nuestros valores.
Hay preguntas que nos pueden ayudar en estas situaciones:
¿Qué necesito/amos para sostener esta confusión?
¿Cuánto tiempo puedo/estoy dispuesto sostener esta confusión?
¿Qué me está enseñando esta confusión sobre mí mismo/a o sobre nuestra dinámica de equipo?
Aprender a vivir en la incertidumbre significa seguir caminando hacia adelante en la vida, entendiendo que ésta está llena de cosas bellas como también lo está de desafíos muy exigentes.
El 2020 está siendo el año del super entrenamiento amigos y amigas.
Feliz semana.
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