Benditas terrazas
No hay como venir a una terraza o velador (como las llaman mis tías y palabra que me encanta) a escribir cuando no se tiene inspiración. Y el mes de Julio, con el comienzo del verano y de muchas jornadas intensivas, se presta a ello.
No hay más que instalarse cómodamente en una mesa, pedir algo fresquito y empezar a observar. Eso sí, se necesita tiempo, tranquilidad interior a ser posible y grandes dosis de curiosidad (¿no decía algún estudio reciente que mantener despierta la curiosidad alargaba la vida?).
He vivido cosas increíbles en terrazas (algunas de ellas graciosísimas y curiosísimas), tal vez por eso sean un lugar que me guste tanto, me predisponen al “a ver qué pasa”.
Y es que instalados/as en una terraza, de repente tenemos la posibilidad de “visitar” diferentes universos, vidas, situaciones:
Escuchamos conversaciones a veces interesantes, a veces sorprendentes, a veces aburridas, conversaciones a medias que nos dan pie a imaginar LA película en nuestra cabeza.
Asistimos a un desfile de la moda de temporada, y si además nuestra terraza se encuentra en el extranjero, observamos tendencias muy diferentes y curiosas (aunque desafortunadamente la globalización nos está uniformizado cada vez más).
Presenciamos pedacitos de relaciones.
Observamos las ¡tantas y cada una de ellas única! formas de caminar: las hay graciosas, desgarbadas, torpes, atractivas, de “hola qué hay”, divertidas, las que pasan desapercibidas, rápidas, lentas…
Hay personas absortas en sus teléfonos, de cuerpo presente pero sin ser conscientes de todo lo que está sucediendo a su alrededor (parece que no se percatarían demasiado si las tele trasportásemos a otro lugar).
Asistimos a un concierto de sonidos variopintos: música, coches, pitidos, gritos, ladridos de perros, teléfonos, palabras sueltas en el aire, pájaros, la brisa…
¡Tantas cosas suceden en las terrazas! ¡El/La que se aburre es porque quiere!
En las terrazas somos, sencillamente, testigos del transcurrir de la vida, del aquí y el ahora que es irrepetible.
Me gusta la idea de ofrecer “Cupones de horas de libre disfrute en terrazas” en las organizaciones como vía para desarrollar paciencia, tranquilidad, curiosidad, disposición de apertura, capacidad de observación, imaginación…
¿Y veis el efecto de un rato en una terraza?…sin darme casi cuenta, acabo de escribir este post ligerito para empezar a ponernos en modo verano 😉
Feliz fin de semana veraniego.
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