Se ofrecen prácticas de amabilidad en Nueva Zelanda
Definitivamente me gusta Nueva Zelanda!
Antes de visitarla durante el mes de Agosto pasado, sabía que me encontraría con fenómenos de la naturaleza únicos en el mundo, con paisajes imponentes y sublimes que cortan el aliento…aunque fuese invierno e hiciese mucho frío, sabía que el viaje bien merecería la pena. Y así fue. Es un país que os recomiendo vivamente.
Lo que no sabía ni conocía previamente, y éste ha sido mi gran hallazgo de este lejano país, era la actitud de su gente.
Mi descubrimiento empezó ya en el avión con destino a Auckland al encontrarme con los muy amables y divertidos azafatos/as de Air New Zeland. Pero pensé “¡qué gusto encontrarse en estos días con una buena compañía aérea! Se me había olvidado lo que era”.
Personas que se me acercaban en la calle al verme con un mapa para ofrecerme su ayuda desinteresadamente, chóferes de autobús que se despiden en voz alta de los viajeros/as al finalizar su turno de trabajo, cajeras de supermercado preguntándome qué tal me estaba yendo el día al llegar a la caja, policías que no controlan mi pasaporte en el aeropuerto diciéndome que en Nueva Zelanda confían en los extranjeros, trabajadores/as de las oficinas de turismo con una bendita paciencia, personas sonrientes en la calle y haciendo lo posible para ayudarme a encontrar el lugar por el que les preguntaba (¡incluso llamar desde su teléfono!), nadie me ponía mala cara ni me tocaba la bocina al no circular por el lado correcto (conducen por la izquierda)…¡eso era demasiado! ¿Me estarían grabando con una cámara oculta para observar mi reacción?
Describiría a los Neozelandeses/as como personas extremadamente amables, serviciales, respetuosas, orgullosas y contentas de compartir su precioso país y su diversa cultura con los extranjeros/as (da igual que no hablen bien inglés, tienen toooda la paciencia del mundo), personas con una fuerte conciencia medioambiental (basuras para reciclaje por todos lados y parques nacionales envidiablemente limpios y bien cuidados)… pero sobre todo, y lo más importante, con una clara actitud de facilitar las cosas para que todo fluya y sea más agradable para todos/as.
Nunca en mi vida había repetido tantas veces en un día- “Thank you so much! You are very kind”- ni me habían dicho tantas veces- “Happy to help you!”.
En nuestra sociedad, en nuestras empresas y equipos de trabajo, en nuestras familias y relaciones de amistad necesitamos más de esa actitud de construir juntos/as en vez de obstaculizar, de buscar la posibilidad (¿cómo sí se puede?) en vez de las limitaciones (imposible, no va a salir, yo paso), de pensar en el bien común construyendo desde lo que nos une y no desde lo que nos separa.
La vida, el trabajo y las relaciones serían mucho más agradables y satisfactorias.
¡Feliz fin de semana!
Y no quiero despedirme sin agradecer de corazón a Teresia, Sean, Heidi y Mauricio que conocí en Wellington por su gran amabilidad y por abrirme las puertas de sus casas sin conocerme.
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